I
2011, Atlanta, Georgia
21 de Septiembre.
Aquella mañana fue como cualquier otra: solitaria. Me
levanté sola, desayuné sola, vi la televisión sola y, por último,
salí de casa sola. Desde que mi madre murió cuando yo nací a causa
del parto, mi vida ha sido un continuo caos de emociones. Soy
española pero mi padre decidió vivir conmigo en Atlanta, su ciudad
natal. Así, él comenzó a trabajar en un bufete de abogados y nos
mantuvo a salvo a los dos hasta el día de hoy.
Vivimos en un apartamento enorme que está en frente del
supermercado, de una guardería y de un gran parque al que voy cuando
no puedo estar en mi casa por los continuos gritos de mi padre. Sus
ataques de histeria duran poco pero son intensos. Nunca me ha llegado
a pegar aunque lo hace con sus palabras. He llegado a la conclusión
de que me odia por el simple hecho de matar a mi madre. Y no lo
niego, lo hice. Aun así, quiero de verdad a mi padre y no podré
nunca dejarle solo pues jamás me he imaginado lo hundido que estaría
sin mí. A penas sabe cocinar ni hacer nada con respecto a la casa, y
aunque tengamos una buena economía él no quiere dejar a una ama de
llaves su hogar. Le quiero con toda mi alma pero no le comprendo y
creo que nunca lo haré.
Esta mañana mi estado de ánimo ha mejorado
considerablemente. Esto se debe a la posibilidad de alejarme mucho
más de mi padre. Él solo trabaja por las mañanas y vuelve en la
tarde. Hasta ahora, he tenido que pasar las tardes con él porque no
tenía más remedio. Pero ahora es muy distinto. En el instituto al
que he sido transferida este año es de obligatoriedad estar en algún
club y eso llega a ocupar casi toda la tarde de un estudiante. ¡Ya
tengo incluso un club perfecto! El tenis. Siempre me ha gustado, es
más, he disfrutado de las instalaciones de un verdadero campo de
tenis gracias a la influencia de mi padre -algo bueno tenía que
tener-.
Dejo de pensar en mi lujosa pero aburrida vida y salgo
de mi casa cerrando con llave. Me aliso las arrugas de mi uniforme y
sonrío como cada día. Tan solo tengo este uniforme de hace una
semana, ¡pero me encanta! Consta de una falda roja a cuadros y una
camisa blanca con una corbata a juego con la falda. Por último,
también llevo unas medias negras y altas. Aunque hace bastante calor
pues todavía es septiembre y quiero quitármelas de inmediato.
Seguro que a mi padre no le gustaría que hiciera eso...
Hablando de él, le da igual de qué forma vaya al
instituto: andando, en bicicleta, en autobús... Pero me obliga a no
llamar la atención ya que él es un abogado muy respetado en esta
ciudad y yo debo ser un ejemplo de hija. A veces odio esto porque no
soy yo misma con nadie... Incluso con mis amigos...
En las ocasiones en las que me encuentro más deprimida,
acudo a ellos, mis dos mejores amigos: Angel y Liam. Angel y yo nos
conocimos cuando teníamos cinco años. Comencé la primaria y él
fue el primero con el que hablé. Desde entonces siempre hemos sido
mejores amigos aunque hayamos ido a distintos centros educativos.
Pero ahora es diferente, ¡en el instituto al que asisto él también
está!
Más tarde, conocimos a Liam, el compañero de clase de
Angel, y nos volvimos inseparables. Sin duda, han sido mi bote
salvavidas en incontables ocasiones. Y aunque es así, ellos no
conocen ni la mitad de mi horrible vida. No quiero preocuparles pues
son excesivamente sobreprotectores conmigo.
En fin, salgo de mis cavilaciones al divisar la
cabellera rubia de Angel, quien ya me espera en el mismo sitio de
siempre. Agrando mi sonrisa y él hace un gesto con la cabeza en
señal de saludo. Le espero mientras él camina los escasos quince
metros que nos separan.
—¡Buenos
días pequeñaja! —me
saluda como habitualmente mientras me revuelve el cabello.
—¡Ey! Te dije que no volvieras a llamarme así... —le
recuerdo arreglándome algunos mechones. Él mete la mano en los
bolsillos y silba. Vaya chico... Despreocupado como él mismo.
Siempre quiere chincharme y lo peor de todo es que se divierte
realmente con ello. A veces me saca de quicio.
Caminamos juntos hasta detenernos en un semáforo. Los
coches aquí van a velocidades desorbitadas. Todos los días hay un
traficazo enorme, es por eso que preferimos salir media hora antes de
casa e ir andando al instituto.
—Ya sabes que te lo digo con cariño. —se me acerca
y me planta un beso en la mejilla. Me sonrojo un poco y reacciono
como siempre que lo hace.
—Eres
un mujeriego. —y aunque lo sé, siempre que me besa en la mejilla
me pongo colorada. Angel sonríe enseñando los dientes.
—Lo sé. Pero tú eres especial. —me guiña un ojo y
empieza a caminar. Anonadada, me doy cuenta de que el corazón me ha
latido un poco más rápido al oír eso. Sacudo la cabeza y le sigo,
total, ya sé que se está burlando de mí...
—¿Y tu novia, dónde la dejas, eh? —pregunto por
hablar sobre algo. Angel se encoge de hombros.
—Creo
que se ha marchado a California, con su madre. —enarco una ceja.
—¿Y
eso? —suspira y pone un puchero.
—Ya sabes que sus padres están divorciados... pues
ahora debe estar con su madre los próximos seis meses por eso de la
tutela. —hace una pausa y observo su rostro: está claramente
afectado por ello. Me acerco a él y le acaricio el brazo.
—No te preocupes, ya la verás en verano. —aseguro
dándole ánimos. Él me mira un momento como si hubiera dicho una
tontería.
—¿Estás loca? Hemos cortado. No puedo tener una
novia a distancia, sería una estupidez. ¿Cuándo nos besaríamos o
dormiríamos juntos o...?
—¡Stop!
Vale, lo he captado. —me sonrojo violentamente —. ¿Es que no
sabes hablar de otro tema? ¿Tan solo la echarás de menos porque no
puedes tener relaciones con ella? Digo, seguro que podrá escaparse
para venir, o tú... —Angel arquea una ceja rubia.
—Si,
como si quisiera. Sería un fastidio. —se lleva las manos detrás
de la cabeza y seguimos caminando.
Vaya hombre insensible, ¡y yo pensando que estaría
afectado! Supongo que serán las hormonas...
❁❀✿✾✽❈♥☆
Al llegar al instituto lo primero que vemos es una ola
de estudiantes entrando en él. Es increíble cómo podemos coexistir
tantas personas en un mismo lugar. Hay tantas vidas diferentes y a la
vez parecidas que me sorprende que no haya peleas cada día. Lo más
increíble es que este sea uno de los institutos más seguros de
Atlanta. Quizá por eso mi padre decidió inscribirme en él para
pasar mi último año. En fin, atravesamos esta marabunta de gente
pero por el camino alguien se choca conmigo haciendo que
trastabillara y casi cayera al suelo. De no ser por los fuertes
brazos de Angel me hubiera tragado el suelo.
—¡Ten
más cuidado, idiota! —grita Angel al pobre chico que se ha chocado
conmigo. Este sale corriendo. Noto la gran mano de Angel en mi brazo
y enrojezco de nuevo. ¿Qué me pasa hoy? Solo es mi amigo de
siempre.
—Estoy
bien, no te preocupes. —aseguro alejándome de su cercanía.
Por fin entramos al edificio y suspiramos. Todos los
días pasa lo mismo, es agotador. El largo pasillo nos da la
bienvenida mientras que la conserjería también lo hace. En ella
están hablando la limpiadora y la conserje, una mujer muy simpática.
A cada lado del pasillo hay innumerables taquillas y al final del
mismo unas escaleras que dan directamente a la segunda planta donde
se hallan las clases.
—¿Dónde
se ha metido Liam? Las clases comenzarán pronto. —anuncia Angel
mirando su reloj.
—¿Quién
sabe? Se habrá quedado dormido. —comenzamos a reír porque es casi
imposible que nuestro aplicado amigo se quede durmiendo. En todo caso
estará en la biblioteca estudiando.
—Mira, ahí viene.
Efectivamente, Liam aparece por el pasillo de la
biblioteca y Angel y yo nos miramos y luego reímos a carcajada
limpia. Cuando nuestro amigo nos ve, se acomoda las gafas y nos
saluda.
—¿A qué vienen esas estúpidas sonrisas? —espeta
fingiendo enfado.
—¿Qué
haces estudiando en Septiembre? A penas hace una semana que esto
comenzó. —recalca Angel abriendo su taquilla y cogiendo el libro
de primera hora. Yo hago lo mismo en la otra esquina.
—Nunca es pronto para estudiar. Por si no lo sabes,
estaremos en la universidad en menos de un año y planeo estudiar
Contabilidad. —anuncia orgulloso Liam. Cierro mi taquilla y
asiento.
—Es cierto.
En ese momento suena la campana y todos acuden a sus
clases...
❁❀✿✾✽❈♥☆
A
la hora del almuerzo, Liam, y yo nos sentamos en una amplia mesa en
el comedor del instituto. A diferencia de mi anterior centro, este
nos dispone unas comidas exquisitas. Quizá sea exagerar, pero me
encanta la comida de aquí. Como Angel es "popular" y juega
al baloncesto, come con los de su equipo y algunas animadoras.
Mientras, nosotros comemos en silencio. No es que seamos unos
pardillos, sino que nos conformamos con poco. Liam a veces piensa que
Angel se deja influenciar mucho por otras personas y que por eso no
come con nosotros. Pero a mí me da igual, además, odio estar con
las animadoras. ¡Son tan tontas! Van nada más que a por Angel y a
mí o a Liam nos ignoran. Son demasiado interesadas.
—¿Te
has enterado de que Angel ha dejado a su novia? —digo de repente
mientras pincho un trozo de carne en salsa. Él asiente.
—Me
lo dijo anoche. Es una lástima, parecía buena chica. —admite mi
amigo con pasividad.
—Estoy
segura de que no lo dices en serio... —entrecierro los ojos y él
suspira.
—Tú
y yo sabemos que es un pica flor. Se pone con cualquier chica y rompe
enseguida. ¿Crees que de verdad me afecta otra ruptura más por su
parte? Ni de coña. —asiento en silencio.
—Tienes razón, ni siquiera se le ve afectado. —le
miro y veo cómo sonríe y coquetea con una animadora. ¡Uff! Es mi
amigo, pero es un mujeriego de primera.
En ese momento, fijo mi vista en una chica que nunca
antes había visto por aquí esta semana. Parece perdida, con su
bandeja en la mano y esos ojos oscuros que recorren una y otra vez la
estancia. La verdad es que si hubiera venido un poco antes hubiera
conseguido un sitio, pero ahora todo está lleno. No hay ni una mesa
libre. Entonces nuestros ojos se encuentran y se acerca a nosotros
decidida. Oh, vaya, parece que se quiere sentar aquí...
Ya a nuestro lado, mira primero a Liam y luego a mí. De
cerca se ve bastante bonita. Es asiática, tiene un cabello largo y
oscuro y unos labios carnosos en su justa medida. Lleva el uniforme
del instituto. Aunque sea guapa, su rostro serio denota distancia.
¿Me pregunto qué clase de persona será? Y, aunque me coma la
curiosidad...
De repente, se sienta como si nada al lado de Liam y
empieza a comer sin dejar de mirar su bandeja... Vaya, ¿qué debería
hacer? En cualquier caso, intentaré hablar con ella...
—Hola, me llamo Peyton, y este es mi amigo Liam. —ella
me ignora por completo y sigue comiendo como si no hubiera oído
nada. Empiezo a enrojecer de vergüenza, aun así continúo —. ¿No
entiendes inglés? —pregunto lo primero que se me pasa por la
cabeza y ella sigue ignorándome.
Liam está callado pero su mirada me dice que pare de
hablar. Quizá la chica no está de humor, o simplemente he acertado
y no sabe hablar inglés. Aun así, no me rendiré. Quiero saber lo
que le pasa a esta chica.
—Somos de segundo curso, ¿y tú? —al fin se digna a
mirarme pero hubiera preferido que no lo hiciera. Tiene unos ojos
oscuros y tenebrosos que me sondean la mente. Pareciera que pudiera
ver más allá de mi cuerpo. A continuación, deja el tenedor en la
mesa y dice:
—Vete a la mierda, rica asquerosa... No soporto a las
personas que se creen buenas samaritanas...
Abro y cierro la boca sorprendida por su respuesta. Liam
la mira con desdén y va a decir algo... ¿Qué debo hacer?
B) No decir nada. Total, no voy a rebajarme a su nivel.
*~*~*~*
Ya están las dos opciones. Mañana subiré las continuaciones. ¡Elegid bien! :P Es coña, luego podéis volver si no os gusta el resultado ^-^
¡Un saludo y los comentarios son bien recibidos! *-*