jueves, 3 de julio de 2014

Continuación de opción B) Capítulo 1



Estuve cinco días encerrada en mi casa. Las heridas no cicatrizaban rápido y mi cabeza no estaba para estudiar. Estuve llorando muchísimo, tirada en mi cama sin hacer nada. Por las mañanas preparaba la comida y cuando venía mi padre del trabajo me encerraba de nuevo en el cuarto para no verle. La angustia me carcomía, el miedo a mi padre también. De repente, mi mundo se desmorona ante mí como la arena. Me siento estúpida, débil, sin valor.

Mi móvil ha estado sonando insistentemente todos los días. Son Liam y Angel. Tratan de venir a buscarme, pero les he dicho que estaba enferma con gripe. Espero que no indaguen porque sino... No puedo decirles lo que en verdad me pasa, mi padre me mataría. Y, en cambio, exijo liberación. Quiero a alguien a mi lado que me escuche. Pero eso es pedir demasiado...

El cuarto día enclaustrada, obtuve una sorpresa. Un número desconocido me envió un mensaje. En él rezaba:

"Veámonos en el parque mañana a las 18:00, soy Natalie".

No me lo esperaba, pero algo dentro de mí se ablandó. Deseo que alguien me comprenda, y si Natalie quiere verme... ¿Por qué no? Necesito un apoyo, y no quiero dañar a mis amigos con mis problemas.

Entonces, ahora me encuentro en el parque de enfrente de mi casa, esperando a Natalie sentada en un banco. Me he puesto una gorra para disimular las marcas que aun tengo en el rostro. A decir verdad no me duelen tanto como el corazón.

—Hola. —saluda Natalie apareciendo de repente. Viste con una blusa y unos pantalones morados. Lleva su cabello negro y lacio recogido en una coleta alta. Es guapa, aun así sus ojos no reflejan felicidad.
—Hola... —se sienta a mi lado y me mira directamente, sin titubeos.
—¿Qué te ocurre? Has faltado esta semana entera. —obvia cruzando las piernas. Muevo mis dedos porque estoy nerviosa.
—¿Por qué querías verme? —inquiero ignorando su pregunta.
—Angel está martirizado por tu culpa. No para de lamentarse. No coges sus llamadas, a penas hablas por el whatsapp... —frunzo el ceño.
—¿Desde cuando te hablas con Angel?
—Eso no importa. —entrecierro los ojos y ella suspira —. Hace tres días que me animé a entablar una conversación con él. Creo que es uno de los pocos tíos que merece la pena gastar el tiempo. —asiento.
—Eso es cierto, junto con Liam. —recuerdo la última vez que vi a Angel y me sonrojo. A pesar de ello, veo eso como un juego de niños a comparación con lo que me hizo mi padre.
—He venido a por ti. Quiero que vengas mañana al instituto, no es igual de divertido sin ti. —confiesa mirándose las uñas. Agrando mis ojos y guardo mis lágrimas. Tiene razón, no puedo desentenderme del mundo porque mi padre me haya pegado. Debo salir de esta.
—Gracias por tu preocupación. —le cojo las manos y ella se tensa.
—Solo lo hago por Angel. —admite. Asiento y luego la abrazo.

No he podido evitarlo. Y justo entonces, el viento se alza haciendo que mi gorra desapareciera. Voy a recogerla del suelo pero Natalie me agarra del brazo y hace que la mire. Ante la visión que le ofrezco frunce el ceño.

—¿Es por esos moratones que no vienes al instituto? —hago silencio —. ¡Contesta! —la miro sorprendida y sonrío.
—No es para tanto. Tan solo me caí de las escaleras y... —ella comienza a lagrimear con su rostro neutral y parpadeo un par de veces. ¿Está llorando por mí?
Es tan irreal que no sé cómo reaccionar. Ella sigue llorando en silencio, sin moverse un ápice y me conmueve. Mi corazón se agita ante el dolor que veo reflejado en sus movimientos. Nunca nadie ha llorado por mi causa, me siento extraña. Por algún motivo, también comienzo a llorar desconsolada. Me tapo la cara con las manos y me desahogo en presencia de Natalie, una extraña que a penas conozco de unos días. Es lamentable, pero en el fondo agradezco su presencia. 

 

De pronto, me abraza y apoyo mi mejilla en su hombro. Sigo llorando como una niña chica. Supongo que la gente nos mirará preocupados, o quizá pensando que somos extrañas. Pero todo eso me da igual. Necesito a gente agradable y no a ogros que pegan y maltratan verbalmente. Lo odio, odio a mi padre pero no puedo hacerlo al cien por cien. Sé que él no es así, o al menos lo intuyo. Natalie me aparta un poco y veo que moquea. Ante la apariencia que debemos dar, comenzamos a reír como unas tontas.

Después de unos minutos de agradable silencio, me toca decir algo...

—Natalie, gracias. De verdad. Me siento mucho mejor. —ella asiente volviendo a su expresión dura de siempre.
—Vamos a merendar. —casi ordena levantándose y tendiéndome la mano. La acepto y caminamos hasta una cafetería en silencio. No sé por que, pero su contacto se ve más humano que las otras veces. Me siento reconfortada.

Cuando entramos en el local, aparece un olor a café delicioso y sonrío cerrando los ojos. También huele a dulce y, en conjunto, lo hace un lugar muy agradable. Casi puedo escuchar las palabras amables de la madre que nunca tuve... Natalie me conduce a una mesa y nos sentamos. Pronto, un camarero nos atiende y pedimos la orden. Entonces, Natalie guarda silencio.

—¿No vas a preguntarme nada? —digo toqueteando la servilleta. Ella se encoge de hombros.
—Si quieres contármelo, pues hazlo. No somos amigas, después de todo. —se sincera y asiento. Tiene razón. Aun así, me ha demostrado una humanidad impresionante y por primera vez, quiero contarle mis problemas a alguien.

—Prométeme que no se lo dirás a nadie. Y menos a Angel o Liam. —ella asiente.
—Ahora no es mi estilo entrometerme en los problemas de los demás. —hace una pausa y luego prosigue recostándose en la silla —. Antes si podía ser muy cruel. Pero no te confundas, ahora también puedo serlo, solo que no quiero. —me dice seria. Trago saliva. ¿Por dónde comienzo?
—Estas marcas... me las hizo mi padre hace cuatro días. —aclaro triste. En ese momento, el camarero nos trae los cafés y se marcha. Natalie suspira.
—¿Te ha golpeado más veces? —asiento —. ¿No vas a denunciarle? —niego con la cabeza —. Ya veo, le quieres. —crispo los puños encima de la mesa y Natalie me mira desolada.
—Le odio.
—¿Tu madre lo sabe? —pregunta de repente.
—No la conozco. Murió cuando me alumbró. —Natalie mira a otro lado, incómoda.
—Es tu asunto pero... yo también pasé por algo parecido y creo que puedo serte de ayuda. —anuncia tranquilamente. Me asombro.
—¿Te... pegaban? —asiente.
—Verás, tuve un hijo a los quince años. Mi padre biológico lo desaprobaba, por supuesto. Soy de una familia acomodada. Mi padre es un político muy influyente en este estado y, temía que un escándalo como el mío le bajara del puesto en el que se encontraba. Así que, quería que abortara. —me llevo una mano a la boca. Dios mío...
—¿Y qué hiciste? —da golpecitos a su vaso de café.
—Me escapé de casa, con el padre de mi hijo. En ese entonces tenía diecinueve años, podía trabajar y mantenernos a salvo aunque sea en un piso pequeño. Todo salió muy bien, nos queríamos, adorábamos a nuestro hijo pero... un día todo se fue a la mierda. —su mirada se ensombrece al recordar un pasado doloroso.
—Si no quieres continuar...
—¡No! Quiero que lo sepas. —su determinación me conmueve. Asiento —. Cuando mi hijo tuvo un año, asesinaron a mi novio violentamente, en mi piso. Yo había aprovechado para salir a comprar algo con el niño y, cuando llegué, me encontré la escena. —cierra los ojos con fuerza y unas lágrimas se le escapan —. Lo mataron de un tiro limpio. La policía no logró capturar al asesino, y juré vengarme.
—Lo siento mucho. —poso mi mano sobre la suya y ella no la aparta.
—No lo sientas porque vengué a mi novio. —agrando los ojos.
—¿Quieres decir que...? —asiente y sus ojos se vuelven de nuevo oscuros.
—Maté a mi padre.

En ese momento el camarero llega de nuevo y me da la palmera de chocolate que pedí. Natalie no aparta su mirada de la mía, esperando una reacción por mi parte. No sé cómo actuar. Es decir, ¿mató a su padre? Eso quiere decir que fue el asesino de su novio. ¿Pero cómo lo supo? Me están entrando sudores y dejo de tocar sus manos. Ella sonríe de medio lado.

—¿Ves? Lo tuyo no es tan terrible como lo mío. —dice como si nada.
—¿Como supiste que fue él quien lo mató? —pregunto con el corazón encogido.
—A mi madrastra se le escapó. Yo sabía que era mi padre sin necesidad de pruebas. Pero quise creer que no era un asesino. Así que, un día acorralé a mi madrastra y la amenacé con un cuchillo si no me decía quién había sido el asesino. —sonríe recordando el momento —. Lo escupió todo. Mi padre contrató a un sicario para matar a mi novio y a mi hijo, pero como ese día mi niño no estaba con su padre le salió el tiro por la culata. ¿Cómo no? Mi madrastra solo estaba con mi padre por el dinero. Por supuesto la amenacé con contarle a la policía que era cómplice de asesinato si me denunciaba. Luego, todo fue sencillo... —trago saliva.
—Natalie... ¿por qué me cuentas todo esto? —inquiero. La verdad es que no estoy asustada, solo asombrada por la valentía de Natalie.
—Porque te comprendo, si tu padre te pega, le odias. Es así de simple. Yo también odié a mi padre, pero ahora la cuenta está saldada. Ya no hará daño a nadie.
—¿Cómo hiciste para que no te pillaran? —sonríe de medio lado.
—Nadie creía que yo pudiera ser sospechosa. Tras la muerte de mi novio estaba desolada, y una "pobre" e "indefensa" niña no tendría el valor como para matar a su padre sin razón aparente. Además, me cuidé de no dejar huellas. Le empujé desde al balcón, mientras estaba borracho. Todo el mundo creyó que por su estado de embriaguez se descuidó, es decir, que se suicidó sin querer. —Dios mío. ¿Estoy en una película o en una cámara oculta? En serio, ¿qué demonios es esto? ¡Ni en las series pasa esto!

Hago silencio y me concentro en la palmera de chocolate y el café. Ella no intenta excusarse, cometió asesinato y no lo niega. Ahora la admiro. Si yo tuviera el valor suficiente, también actuaría frente a mi padre. Al menos podría denunciarle. Pero tengo demasiado miedo y... después de todo es mi padre.

—Tienes razón, no te delataré porque sé cómo te sentiste. —digo después de un rato en silencio. Ella asiente.
—Lo suponía. ¿Quieres que vayamos a la policía y pones una denuncia? —niego.
—Aun no. Todavía debo descubrir algo. Y quiero pasar mi último año de instituto en relativa paz. Seguro que cuando lo denuncie me pasarán de custodia a otro familiar y precisamente es eso lo que no quiero. Esperaré a ser mayor de edad. —Natalie asiente.
—Me gusta tu razonamiento. Te apoyaré. —sonrío.
—Gracias, yo también te apoyo a ti.

Nos estrechamos la mano y, justo ese día, todo cambió para nosotras. Ya no podríamos dejar de vernos ni contarnos nuestros peores secretos. Quizá nos podrían llamar: "amigas oscuras", o algo así.

*~*~*~*

Al día siguiente volví al instituto. Angel y Liam me bombardearon a preguntas y no me dejaban tranquila ni un minuto. Aunque Angel se notaba diferente, arrepentido quizás. Natalie se unió naturalmente a nuestro grupo de amigos en un santiamén. A Angel le caía súper bien y Liam no decía nada desagradable de ella, por lo que podía ser positivo. Poco a poco, con Angel y Natalie a nuestro lado, la gente comenzó a apodarnos "Los bellos", no entiendo porque, pero me da igual. La verdad es que Angel es muy guapo y con Natalie ahora en nuestro grupo lo hace más atractivo. Ella es de una belleza clásica, y él es moderno así que hacen la pareja perfecta. En cambio, Liam y yo pasamos más desapercibidos. Aun así también nos han apodado "Los bellos" por el simple hecho de andar junto a ellos. ¡Ahh! Todo es tan perverso...

Unas semanas después, hablé a solas con Angel de lo que ocurrió en H&M. Al parecer se sentía una mierda por intentar algo más conmigo y temía que por su culpa no fuera al instituto. Lo desmentí enseguida y volvimos a ser amigos. Como siempre. Aun así, en el fondo yo no podía verlo de la misma forma. Una vez probé sus besos, no había vuelta atrás...

En cuanto a mi padre, por suerte no me tocó ni una vez más. Estaba suave como un guante. A decir verdad, esperaba que me pegase para así poder demostrar ante la policía que me golpeaba. Mi tía Vanessa se asomaba de vez en cuando al apartamento y ordenaba unas cuantas cosas. Yo cumplía y punto. Por desgracia, no iba al club de tenis. La prohibición de mi padre era demasiado como para desobedecerle.

Muy a menudo, me desahogaba con Natalie para no hundirme en el fango. Ella me escuchaba y también me soltaba su mierda. Al parecer su hijo pronto cumplirá cinco años y no sabe lo que hacer para celebrarlo. ¡Mira de qué se preocupa!

Poco después, descubrí que yo era la única que sabía su secreto y sentí que éramos amigas. Sin duda, nunca había experimentado este tipo de relación, pero me encantó. Incluso fui a su gran casa, herencia de su padre —debe estar revolviéndose en la tumba—, y conocí a su pequeño. Un niño de ojos rasgados como su madre y cabello lacio y castaño. Era precioso.

El tiempo pasaba rápidamente, y el segundo trimestre llegó. Con él los agobios de los exámenes se acentuaron y casi ni veía a mis amigos. Una tarde, a las ocho, decidí irme a la biblioteca para estudiar historia. El lugar estaba vacío, de no ser porque la bibliotecaria se encontraba allí, diría que no había ni un alma. Me senté en una mesa alejada y comencé a estudiar, sin embargo, un murmullo cansino me distraía. Me levanté y fui hasta un pasillo donde se oían las voces. Y, cuando estaba a punto de pedir silencio, descubrí que eran Natalie y Angel. Los dos estaban muy cerca, sus narices se rozaban y sus manos estaban entrelazadas.

El corazón se me partió en dos.

—Natalie, sal conmigo por favor. Te necesito. —susurraba Angel.
—Angel...

Y se besaron. Los labios que una vez me besaron ahora lo hacían con otra y me sentí como las mierdas. Las lágrimas afloraron en mi rostro y salí de allí sin hacer ruido. Sería lamentable que me pillaran espiándoles. ¿Desde cuándo tenían esa relación? Nunca me di cuenta de que se acercaban más y más. Hace un tiempo que no salgo con ellos como antes. Quizá sea en ese lapso en el que se han acercado hasta besarse. No, no... ¿por qué me afecta tanto? Angel es mi amigo, solo eso. Lo que ocurrió no fue nada. No nos queremos, ahora tiene una nueva conquista y precisamente tuvo que ser Natalie, con quien comenzaba a congeniar. ¡Mierda! ¿Por qué me sale todo mal?

Recojo mis cosas y salgo corriendo de la biblioteca, por el pasillo me choco con alguien y me caigo de culo. Auch, ¡lo que me faltaba! Alzo la cabeza y veo que es Liam. Al verme en este estado, me tiende la mano, pero deshecho su ayuda.

—¿Qué te pasa? —quiere saber mi amigo. Yo le ignoro y sigo mi camino. Su mano agarra mi brazo antes de poder doblar la esquina —. Peyton, dímelo. ¿Te han hecho algo?
—No, Liam, no es nada. —respondo abatida y me zafo de su agarre. Entonces, en ese momento, salen Angel y Natalie de la biblioteca muy juntitos y con las manos unidas. Liam los mira y luego me observa a mí. Estoy llorando.
—Vayámonos de aquí. —ordena dándome la mano y tirando de mí.

Caminamos pero no sé a dónde me lleva. No tengo ganas de nada, solo quiero tirarme en algún lugar y llorar lo estúpida y débil que soy. ¿Por qué me pasa esto ahora? ¡Justo cuando pensaba que no quería a Angel! Pero el estado lamentable que han dejado a mi corazón es prueba suficiente como para saber con certeza que no he superado lo de Angel. ¡Aun me gusta y ni siquiera lo sabía!

Después de un rato, subimos las escaleras del instituto y nos detenemos ante una puerta metálica. Liam se adelanta y la abre sin dificultad. Entra primero sosteniéndome la puerta para que pudiera pasar. Cuando lo hago, me quedo boquiabierta. Es una azotea, no sabía que este instituto tuviera una. Además, tampoco sabía que dejaran pasar a los estudiantes aquí. Pero bueno, admiro la gran superficie baldosada, en el centro hay unos bancos y dos arbolitos decoran los extremos de la azotea. Como ya es de noche, ofrece una vista espectacular de la ciudad. ¡Es precioso! Aun así no hace que el dolor disminuya. Liam me observa y sonrío para no hacerle un feo.


—Este sitio es muy bonito. —asiente.
—Vengo aquí cuando estoy deprimido, o simplemente aburrido. Es muy tranquilo aquí. —respiro hondo y me enjuago las lágrimas.
—¿La gente suele venir aquí?
—No mucho, prefieren el parque de enfrente. Pero, ¿sabes? A veces vienen las parejas para hacer... ya me entiendes. —parpadeo un par de veces.
—¿El qué? —Liam rueda los ojos y caigo enseguida —. ¡Woo! ¡Qué guarros! —mi amigo comienza a reír a causa de mi reacción y me contagia.

Después de un rato, camino hacia la barandilla y apoyo los codos en ella. Admiro la ciudad llena de luces. La noche le da a todo un aspecto diferente, esa es su magia. Liam se pone a mi lado y entrelaza sus manos.

—Así que los has descubierto. —dice calmado.
—¿Tú lo sabías?
—Desde hace unos meses. —agrando los ojos. ¡¿Unos meses?!
—Entonces, ¿están saliendo? —se encoge de hombros.
—Algo así. Pero no lo han anunciado, ni siquiera Angel me comenta nada.
—Comprendo.
—No lo admites, ¿verdad? —frunzo el ceño.
—¿Su noviazgo? Pff, ¡pues claro! Me alegro por ellos. —miento.
—Peyton, sabes tan bien como yo que has estado colada por Angel desde hace mucho. —agrando los ojos.
—¡Eso no es verdad! —rueda los ojos.
—Ya, ya. —guardamos silencio. Pero la curiosidad me carcome así que...
—¿Desde cuándo lo sabes?
—¿Que te gusta Angel? Diría que unos años... ¿Por qué crees que os dejé solos el día del cine?
—¡No puede ser! —me giro y lo increpo —. ¿Por qué hiciste eso? No tenías derecho... —crispo los puños. Él me sostiene los hombros.
—Quería que os diérais cuenta de una vez por todas que os sentíais atraídos. ¡Era de idiotas lo que hacíais! —miro al suelo, avergonzada.
—Pero Angel no me quería. —le miro —. No me quiere, Liam.
—Solo está confundido. Después de que le dejaras solo... acudió a Natalie. Y a ella también le atraía Angel.

No puede ser, es mi amiga. ¡Me lo hubiera dicho! Liam vuelve a su posición inicial y suspira. Parece cansado.

—Liam, gracias por todo. Eres un gran amigo. —me inclino y le beso en la mejilla. Luego me marcho de la azotea pensando en algo...

De camino a casa, me encuentro a Natalie sola debajo de una farola. Extrañada, me acerco a ella y la saludo aparentando normalidad.

—Natalie, ¿qué haces aquí sola? —se gira y me mira con los ojos vidriosos. Le toco el hombro y ella se aparta —. ¿Qué te ocurre?
—Peyton... —agacha la cabeza y luego la alza con una sonrisa ancha y siniestra en los labios. Inmediátamente me alejo —. ¡Eres tan tontita! ¿Lo has visto todo, no? —comienza a reír como una loca y me agarra del brazo.
—¿Qué dices?
—Ya sabes que Angel me ha elegido a mí. ¿No es genial? Es a mí a quien quiere y no a ti. ¡Todo ha salido según lo planeado! —vuelve a reír. Me quedo de piedra.
—¿Qué quieres decir?
—¿No lo ves? Me acerqué a vosotros y me hice tu amiga para conquistar a Angel. ¡Y lo he conseguido! —guarda silencio y aprieta mi brazo haciéndome daño.
—¡Creí que éramos amigas! ¡Eres una traidora! —exclamo dolida.
—Pero si lo somos. Sin rencores, ¿vale? —no puedo creerlo.
—Estás loca. Suéltame. —ordeno impasible. Esta Natalie es desconocida para mí.
—Vale, vale. Ya he conseguido lo que quería, ahora puedes irte lejos. —me suelta y me palpo el brazo dolorido.
—Natalie. ¿Me has mentido en algo más? —para de sonreír y me mira seria. Los vellos se me ponen de punta.
—En absoluto. Todo lo demás es real. —contesta con una frialdad abrumadora. Me entra un escalofrío.
—Toda esa complicidad que teníamos... ¿se irá por un chico? ¿Es eso lo que pretendes decir?
—Nunca lo vi de esa forma. Para mí solo eres un peldaño más que subir para conseguir mi objetivo. Gracias por tu ayuda, hasta mañana. —se despide como normalmente y me quedo de piedra.

Esto es increíble. ¡Me ha engañado y utilizado! ¡Creí que éramos amigas! Dios, he sido doblemente traicionada. Ahh, ¡¿qué debo hacer?! Por una vez siento tanta rabia que no puedo pensar con claridad, pero ahora mismo deseo vengarme. Pero por otra parte... ¿Debo contarle a Angel su secreto oscuro para que la deje o no? Después de todo, ha jugado sucio conmigo. ¿Por qué yo iba a ser diferente?

¡Elige!

A)Contárselo a Angel para que se de cuenta de qué clase de persona es. ¡Ella me ha traicionado!

B)Pensar otra solución. Estoy eligiendo en caliente y eso no me puede llevar a nada bueno. 

*~*~*~*

¡Subiré las opciones en cuanto las escriba! Je, je ^-^ Id pensando lo que elegir porque... ¡esta vez según lo que escojáis os conducirá a un final o no! Pensad con cuidado... 

Bueno, ¡nos leemos en la continuación! *-*  
 

miércoles, 2 de julio de 2014

Continuación de Opción A) Capítulo 1



Al día siguiente, no fui al instituto. Tampoco el siguiente, ni el otro... Estuve en mi casa, sin salir de la habitación. Mi padre no se acercaba a mí. Mi móvil sonaba a cada rato, Angel y Liam me están petando el whatsapp. Les he dicho que estoy muy mala y que por eso no puedo ir al instituto. Me animan y dicen cosas graciosas, pero no puedo sonreír. Me siento como una mierda. Los hematomas en mi rostro han mejorado notablemente, pero aun no puedo salir de casa porque me harían preguntas incómodas y prefiero pasar.

Es la primera vez que mi padre me pega tanto. La bebida lo empeoró todo. Quizá no pueda estar más en esta casa, necesito salir de aquí, y para ello debo pasar a la universidad. Si estudio en una universidad de otra ciudad, ya no estaría más con mi padre. Hasta él lo habrá pensado para sacarme de su vida. Supongo que no lo habrá hecho antes por miedo a lo que dijeran los demás.

Ruedo en mi cama hasta ver la hora. Vaya, ya son las ocho de la tarde. Las tripas me rugen, por lo que tendré que salir a comer algo. Por la mañana he limpiado y hecho la comida para no ver a mi padre. También he preparado la cena, por si acaso. No estoy de humor para hablar con él y aparentar que nada ha ocurrido. Así pues, salgo de mi habitación con cuidado de que no me oyera y entro en la cocina. Parece que no está en casa. Suspiro aliviada y abro la nevera. Está vacía. Vaya, al menos podría...

—¿Puedes ir a comprar comida? Como ves, en los días que has estado enclaustrada la nevera se ha quedado vacía. —espeta mi padre entrando en la cocina. Me tenso enseguida ocultando mi rostro.
—S-si. Ahora mismo bajo a comprar. —musito cabizbaja. Tengo miedo.

Mi padre se aparta para que pueda pasar, pero antes de que pudiera hacerlo, me tira del cabello hacia atrás, deteniéndome.

—Quiero un plato francés, no lo que has preparado. —me suelta el pelo y asiento sin mirarle a la cara. Cojo el bolso y una gorra y salgo del apartamento.

Con el corazón encogido, atravieso el portal y desciendo las escaleras. Todavía no puedo creer que mi padre sea así conmigo. Lo odio. Mis ojos ya no pueden llorar más, por lo que siento escozor en ellos. Es como si me hubiera secado por su culpa. Camino más rápido para llegar cuanto antes al supermercado. Está frente a mi casa, así que no es tan lejos. Pero como tarde más de la cuenta me regañará.

Ya estoy en el súper y compro todo lo necesario para hacer un plato francés. Todo rápido, sin mirar nada más. También hecho comida suficiente para tres días más, los que planeo tirarme en casa encerrada. Si alguien me ve en este estado...

—Peyton, ¿eres tú? —mierda. Es Angel. Está comprando él solo. Vive a unas manzanas, por lo que es comprensible que venga a comprar aquí. ¿Por qué narices me sucede esta casualidad a mí? En cualquier caso, me aseguro que la gorra cubra un tercio de mi rostro y sonrío como si nada pasara.
—Hola, Angel. —deja el carro de la compra y me abraza efusivamente alzándome y haciendo que la gorra se fuera a tomar viento.
—¿No estabas enferma? —inquiere mirándome la cara. Se queda sorprendido por los moratones y me baja cuidadosamente al suelo —. ¿Qué te ha sucedido? —su rostro denota verdadera preocupación. Recojo la gorra y me la vuelvo a poner.
—Ah, ¿esto? Me caí y me di un golpe tremendo por las escaleras de mi portal. —él se agacha para verme el rostro y alza la gorra. Vuelve a mirar mis heridas.
—¿Eso es cierto? —está serio. No se lo cree —. Son muy específicas para ser solo una caída. —trago saliva.
—¡Por supuesto! Anda, déjame que no debo salir mucho de la cama. Estoy enferma, ¿sabes? —digo como si nada y meto un paquete de pasta en la cesta. Angel me sigue sin decir nada.
—Peyton...
—¡Tengo que irme! Nos vemos el lunes. —me despido yendo a la caja. Veo que se queda mirándome y me apuro.

Siento mentirte, amigo, pero no puedo decirte nada... Mi padre me mataría.

*~*~*~*

Unos días después, ya puedo volver al instituto. Los hematomas ya casi ni se ven y me encuentro un poco mejor. Salir de mi casa es un verdadero alivio. Allí dentro me asfixio con tanta mano dura. Mi tía Vanesa hizo unas cuantas visitas, pero no me puso la mano encima. No tenía por qué ya que limpio muy bien y hago todo lo que me pide. En cuanto a mi padre, no me habla. Tan solo para lo imprescindible. No he oído ninguna disculpa, por supuesto. ¿Qué creía?

Por fin puedo estar en el entrenamiento de tenis. Deseaba asistir a una clase de deporte ya que me hace sentir libre. Golpeo con todas mis fuerzas la pelota y observo su recorrido en silencio. Antes, cuando llegué al instituto esta mañana, Angel me abrazó como siempre y me plantó un beso en la mejilla. Liam, en cambio, me miró preocupado y me saludó con la cabeza. Sospecho de que Angel le habrá contado a Liam que me vio con esas heridas. Si es así, me preocupa que indaguen en lo sucedido. No puedo contarles la verdad. Estoy hecha un lío.

—¡Peyton cuidado! —exclama mi rival desde la otra punta del campo. Demasiado tarde, la pelota me ha dado de lleno en la cara. ¡Auch! Eso duele mucho. Mi compañera se acerca con preocupación —. ¿Estás bien? Lo siento mucho...
—No pasa nada, estaba distraída. —aseguro dándome unas palmaditas en las mejillas. La chica de nombre Clare me observa con tristeza.
—Te sangra la nariz. ¡Oh, lo siento! —vuelve a disculparse y la miro asombrada. ¿Así es como se siente cuando alguien se disculpa de verdad?
—No te preocupes... —me dirijo a la fuente y me limpio la sangre de la nariz, ésta sigue chorreando.

Pongo dos dedos en el tabique de mi nariz y agacho la cabeza, con esto debería mitigar.
Clare sigue a mi lado, inquieta. Le sonrío como puedo en mi posición y ella me corresponde.

—Oye... El otro día te vi en el comedor peleando con Natalie... —agrando los ojos y abandono mi intento por dejar de sangrar. Lo único que conozco de Clare es que va a primero de bachillerato. No me digas que Natalie es esa asiática del demonio.
—¿La conoces? —inquiero de mal humor. Clare se sienta a mi lado, en un bordillo.
—Es mi vecina. —responde cabizbaja —. ¿Qué te hizo para que actuaras así? No pareces el tipo de chica que pega sin más.

Aparto la mirada y noto que he dejado de sangrar. No quiero decirle nada por si acaso Natalie y ella son amigas, pero por otro lado, me vendría bien saber más de ella. Quizá es como Liam comentó y lo está pasando mal.

—Fue ella la que empezó todo. Si no me hubiera dicho eso...
—¿Te insultó? Yo no oí nada de eso. —se lleva un dedo a la barbilla y piensa —. La verdad es que Natalie suele hablar muy bajo. No tiene muchos amigos, por no decir que no la veo en la calle. Siempre está en su casa o en el instituto. Y en vacaciones se va con su familia a California. —¿qué me importa eso?
—¿Así que me crees? —pregunto de pronto. Claire asiente.
—No sé porque, pero desde que intenté hacerme su amiga no hablo más con ella.
—¿Por qué? —pregunto curiosa. Claire se tapa la boca con una mano y me susurra:
—Tiene algo oscuro. Una vez me miró muy mal y todo me salió mal ese día.
—A mí también me sucedió algo terrible ese mismo día. —recuerdo los golpes de mi padre y a mi tía. Claire agranda los ojos asuatada.
—¡Lo sabía! Es una bruja o algo así. —asiente ella misma. Comienzo a reír.
—No creo que sea una bruja, mujer. —hago una pausa —. ¿Dónde vive? —pregunto de repente. Claire me mira claramente curiosa.
—¿Por qué lo quieres saber? —me encojo de hombros.
—Simple curiosidad. —parece meditar algo, pero luego me lo suelta.
—En la calle... Justo al lado de McDonals.

Vaya, ese barrio es uno de los más ricos de Atlanta. ¡Así que ella también es de familia acomodada! ¿Por qué me insultó entonces de ese modo?

Al cabo de un rato, volvemos a jugar a tenis y a las ocho terminamos sudando. ¡Qué calor! Voy a darme una ducha. Entro en el vestuario femenino y voy directa a mi taquilla. Me desvisto quedando solo en ropa interior y cojo una toalla y mis productos de aseo. Luego entro en una ducha y comienzo a enjabonarme. Como hace calor también me mojo el pelo, uff, qué gustazo. Voy a echarme champú, pero tengo tan mala suerte que se me ha acabado el bote.

—¡Jo...! —oigo un ruido de agua cayendo. Proviene de la ducha de al lado. ¿Quizá la chica tenga champú y me lo preste? Salgo de mi plato de ducha y carraspeo frente al de al lado. 


Veo a una chica con el pelo largo y negro, de espaldas.

—Perdona, ¿por casualidad tienes champú? Es que el mío se ha acabado. —la chica asiente sin mucha ceremonia y se agacha para coger su bote. Cuando se levanta y se gira para dármelo se queda de piedra, al igual que yo —. ¡Tú!

De pie, las dos desnudas y chorreando, mirándonos como si quisiéramos freírnos con la mirada. Un pájaro que pía... ¿Se puede tener más mala suerte?

—Toma. —me extiende el bote y lo acepto a regañadientes. Vuelvo a mi ducha y termino de lavarme. Natalie lo hace a la misma vez que yo. Me envuelvo en la toalla y salgo, encontrándome con que ella me espera de brazos cruzados.

—¿Así que la niña rica juega un deporte? Hmp, típico. —extiende la mano y le doy el champú.
—Creo que tú también lo haces. —espeto erguiéndome cual larga soy, pero ella es un poco más alta que yo.
—Juego al voleyball. ¿Y? —pongo los ojos en blanco.
—¡Pues que también eres una niña rica! —parece que la he sorprendido. ¡Un punto para mí! Se gira en redondo y se marcha a las taquillas. La sigo —. ¿Y bien? ¿Por qué me insultaste el otro día? —inquiero enfadada. Natalie cierra de un golpe su taquilla y me mira con los ojos entrecerrados.
—Ven aquí. —la miro sin entender —. Te lo diré. —me acerco y cuando lo hago, me da una bofetada en la cara —. Por lo del otro día. Fuiste muy cobarde al no presentarte en el instituto los días siguientes. ¿Tenías miedo de lo que dijeran?
—¡Por supuesto que no! —exclamo sobándome la mejilla. Demasiados golpes me he llevado ya...
—¿Y entonces? —aparto la mirada, avergonzada.
—No es tu asunto. —respondo al fin —. Vete a la mierda. —le miro con odio y me dirijo a mi taquilla. Cuando la abro comienzo a cambiarme.
—Eres una estúpida, pero por suerte tus amigos no lo son. —me insulta una vez más y me deja anonadada.
—¿Qué quieres decir? —pregunto a la nada, Natalie se ha marchado —. Mierda...

*~*~*~*

Al salir de los vestuarios, algunos chicos que pasaban por allí se me quedan mirando. Hacen algunos gestos y me irritan. Esta mañana ha pasado igual, aunque con la presencia de Angel y Liam se han contenido más.

—Mira a la gatita salvaje, ¿me sacarás también las garras a mí? —comienzan a reírse, pero los ignoro y voy directa a la salida del campus. Ellos me siguen.

—¿No quieres pelear con nosotros, eh? Vamos, ¡es gratis! —me doy la vuelta entrando en su juego.
—¿Y por qué mejor no te tiras a un río? —ellos ríen aun más. Uff, qué idiotas. Sigo caminando, pero uno de ellos me coge de la muñeca y me detiene.
—Tirémonos juntos, preciosa. —me sonríe pícaramente.
—Ey, vosotros. ¿Por qué no la dejáis en paz? —es Angel, quien se interpone entre nosotros haciendo que me soltara la muñeca.
—Angel, no sabía que te juntabas con busconas... —dice uno de ellos. Ahora que los miro mejor, creo que son jugadores de baloncesto.
—Vete a la mierda, Jack. Ella no es esa clase de chica. —me defiende mi amigo. El tal Jack sonríe con socarronería.
—¡Todos vimos cómo le pegaba a la pobre Natalie! Vamos, ¡si ella no hace daño a nadie!
—¿Puedes meterte en tus asuntos, gilipollas? —espeto tranquilamente. Luego miro a mi amigo —. Angel, me voy a mi casa.

Así pues, camino con seguridad hasta la salida del campus y oigo sus pisadas detrás de mí.

—¿Estás bien? Esos imbéciles no piensan más que en el deporte. —dice acomodándose la mochila. Suspiro.
—Quizá tengan razón y no te interese estar con la chica problemática. ¿No es eso lo que soy ahora? —digo malhumorada. Todo este asunto me pone enferma. Angel se detiene y me mira como disculpándose.
—Liam me contó lo que te dijo y veo bien que le dieras su merecido, pero...
—¿Qué? Suéltalo Angel.
—No debiste pegarle. Ahora eres la mala en todo esto. Además, el ausentarte de esa manera... Todos los de segundo apoyan a Natalie.
—No sabía que eran tan susceptibles a creer a cualquiera. Pero bueno, esos son sus problemas. Yo sé por qué le pegué. —me defiendo y él se mesa el cabello.
—Peyton, si no maduras de una vez yo... —lo miro enojada.
—¡Ya sé lo que tratas de decir! Y me da igual que dejes de ser mi amigo. ¡Vete y déjame en paz! —grito en mitad de la acera. Los transeúntes vuelven la cabeza hacia nosotros. Angel agranda los ojos.
—Peyton...
—¿Es que acaso te has hecho amigo de Natalie o qué?
—La verdad es que... —agrando los ojos sorprendida.
—Bien, ya me lo has aclarado todo. ¿Liam también se ha convertido en un crédulo? —Angel enmudece.
—No es lo que piensas... Natalie no es una mala chica. Solo lo está pasando mal y...
—¡Basta, no quiero escuchar más su nombre! —estallo enrojecida. Mierda, me duele el pecho. ¿Por qué?
—¡Peyton, si tan solo me escucharas!

Salgo corriendo de allí sin mirar atrás... Me ha traicionado mi mejor amigo.

*~*~*~*

Al día siguiente Angel no fue conmigo al instituto. Llegué sola y tenía todas las miradas puestas en mí. Por suerte, Liam me acompañó toda la jornada y me distrajo de los estúpidos comentarios de los estudiantes. Esa mañana descubrí que Natalie cursaba segundo de bachillerato, en el aula de al lado. Para mi mortificación, en la hora del almuerzo la vi junto a Angel, hablando como si fueran amigos de toda la vida. En tan solo unas semanas se ha vuelto popular, ¡hasta se sienta con las animadoras sin ser una de ellas! Es insoportable. ¡Se ha hecho famosa gracias a mí y a Angel!

Liam pasa de todo, aunque se nota que le afecta la traición de Angel. Aun así, sigue con lo suyo y hablamos como si no hubiera sucedido nada.

Los días se sucedieron, luego las semanas y finalmente los meses. En el segundo trimestre Natalie se había convertido en alguien fundamental para el equipo de baloncesto y de voleyball. Los chicos la adoraban y las animadoras la toleraban. ¡Y no entiendo por qué! Si es una antisocial. No sonríe, no hace nada por ganarse el afecto de nadie, excepto con Angel... Con él se comporta "normal" y eso me intriga mucho. Estoy segura de que le gusta y el corazón se me encoge ante la posibilidad de verlos juntos. Casi ni respiro.

Una tarde, en la azotea del instituto, Liam me contó algo...

—Supuse que era mentira por tu reacción, pero ahora lo tengo claro. Te gusta Angel. —suelta de sopetón.

Estamos sentados en el banco habitual, solos y con el cielo nublado. Va a llover en cualquier momento. Ante sus palabras, no sé qué contestar. A lo mejor tiene razón y me gusta. Ha sido tanto tiempo mi apoyo y por una chica todo se ha echado a perder. ¡No entiendo nada!

—¿Y qué importa si es así? Ya no puedo hacer nada. —susurro apoyando mi cabeza en mis rodillas. Él suspira.
—Angel me habla de vez en cuando a tus espaldas. —confiesa tranquilamente. Me quedo boquiabierta.
—¡Eso es injusto! ¿Por qué? —se encoge de hombros.
—De cualquier forma, sé que Natalie sufre en su casa. Por eso es así de especial.
—¿Te lo ha dicho Angel? ¿Es por eso que está con ella? —Liam vuelve a encogerse de hombros.
—No lo sé. Él es tan cambiante... Nunca logro ver a través de él. Pero de una cosa estoy seguro, se arrepiente de alejarse de ti. —dice mirándome directamente a los ojos, yo los cierro.
—No lo creo. Está cegado con Natalie.
—¿Por qué no habláis, eh? Seguro que os arregláis. —Liam sonríe sinceramente y me da unas palmaditas en la espalda —. Me voy, tengo que hacer el resumen de historia. —se despide levantándose del banco.
—¡Voy contigo!
—De eso nada, quiero estar solo. Te tengo hasta en la sopa. —admite y me siento un lastre.
—Así que tú también estás cansado de mí... —musito desolada. Liam se acerca y se agacha hasta quedar a mi altura.
—Nunca lo estaré. —dice sinceramente. Lo miro avergonzada y apoya su frente en la mía. Nos quedamos así un rato y me siento mejor.
—Gracias. Eres un gran amigo. —admito sonrojada. Él sonríe.
—Claro, claro... —se despide con la mano y se marcha de la azotea.

Su recomendación me ha dado en qué pensar. Quizá si habláramos se resolverían las cosas entre nosotros... Pero lo veo muy difícil. Ya han pasado cuatro meses desde que no somos amigos. No sé si sabré estar con él de nuevo. Tanta soledad...

Y eso de Natalie no me lo esperaba. ¿Sufre en su casa? Seguro que es mentira, Claire me contó que casi nunca salía de ella. Eso solo puede significar que está a gusto en su casa. Uff, de verdad me voy a volver loca si sigo calentándome la cabeza. Así pues, me levanto y camino hasta la barandilla de la azotea. Desde aquí puedo ver casi toda la ciudad. Hay grandes edificios, bastantes sedes importantes y los numerosos árboles y zonas verdes que se mezclan con el asfalto. Atlanta es bonita, lástima que sea tan ruidosa y bulliciosa.

—Peyton... —me doy la vuelta inmediátamente al oír esa voz familiar. Se trata de Angel. Está solo, y su mirada denota nostalgia. Se acerca a mí y se pone a mi lado. Contemplamos en silencio la ciudad. Vaya, me he puesto nerviosa ante su cercanía. ¿Cómo reacciono?
—Te ha llamado Liam, ¿verdad?
—Si.
—¿Y bien? —pregunto tragando saliva. Angel se gira y me toma la mano. Ante ese repentino contacto me alejo. Él suspira.
—No quiero separarme más de ti.
—Tú has sido el principal culpable. —le reprocho enfadada.
—Escucha, cuando estuviste ausente una semana, Natalie y yo comenzamos a hablarnos. No podía creer que tú le pegaras cuando ella no ha hecho absolutamente nada contra ti. Es más, es una chica muy buena. —lo miro con incredulidad.
—Creo que no hablamos de la misma Natalie.
—Espera, sé que aparenta ser fría y cruel, pero es solo una tapadera... Ella no es así. De verdad. —le miro suspicaz.
—¿Y cómo lo sabes?
—He estado quedando con ella algunas tardes. —mi corazón vuelve a doler, y esta vez con más intensidad. Ahora sí que lo tengo claro.
—Ya veo. ¿Otra de tus conquistas? Bien, me alegro por ti. Me largo. —digo muy enfadada. Quiero irme pero Angel me sujeta por el brazo.
—¡Espera! No salgo con ella, de veras. Solo somos amigos.
—Ya, claro... Tú no sabes tener amigas. —me mira dolido.
—¿Y tú qué has sido para mí entonces, eh? ¡Durante mucho tiempo hemos sido inseparables! ¿Ahora me lo vas a negar? —hace una pausa para poner sus manos en mis hombros. Su contacto quema —. Peyton, es la verdad. He estado con Natalie porque somos amigos. No es cómo tú la ves, de verdad. Y quisiera que la conocieras y le dieras una oportunidad.
—¡No sabes lo que dices! No tiene nada más que insultos reservados para mí. —agacho la cabeza —. Pero si dices que es tan buena chica yo... —Angel sonríe y me alza la barbilla.
—Gracias, Peyton. Sabía que podía confiar en ti. —miro a otro lado y él me suelta.
—¿Qué le pasa a Natalie en su casa? ¿Tan grave es su situación? —inquiero apoyando los codos en la barandilla. Angel asiente.
—Vive con su madre adoptiva, en una gran casa, solo con ella. Su padre murió en un accidente de coche. —vaya, eso es una mierda. Es parecido a lo que me pasa... —. Pero eso no es lo peor...
—¿Y bien? —Angel se rasca la cabeza.
—No puedo contarte nada más. Por favor, comprende mi situación. Natalie me pidió que no le dijera nada a nadie.
—Pero Liam lo sabe, ¿no? Tú todavía hablas con él. —recuerdo.
—Le he contado lo mismo que a ti.
—Ya veo... ¡Pero no es suficiente para que actúe de esa forma!—rebato enseguida. Angel hunde su rostro en las manos.
—Si quieres saber toda la verdad, habla con ella. Intenta llevarte bien con ella. Por lo pronto, yo seguiré siendo tu amigo y el de ella. Pero si peleas todo el tiempo no podré verte igual que antes. —asiento, lo comprendo.

 

Miro el cielo nublado que cada vez se torna más oscuro...

*~*~*~*

Al día siguiente le pegué un pequeño empujón a Liam por dejarme a solas con Angel. Luego, le conté todo y se alegró por nosotros. Sin embargo, me contó que quizá comprender a tu enemigo no sea un mal plan. En eso lleva razón, pero no puedo hacerme a la idea de intentar entablar una amistad con ella. ¡No la trago! Aun así, me da recargo de conciencia por tratarla mal sin saber lo que le pasa realmente. ¿Y si me he pasado con ella? Pero no es que haya puesto mucho de su parte para que me caiga bien...

Así pues, después de unos días meditando, llegué a la conclusión de que debía intentarlo de nuevo. Quiero comprender a Natalie y seguir siendo amiga de Angel. Si él se ha convertido en su amigo, quiere decir que muy mala no será...

La vi sola en el gimnasio. Yo venía de mi entrenamiento de tenis, sudada y cansada. Aun así, nunca antes había visto a Natalie sola, por lo que aproveché la situación y me acerqué a ella...

—Hola. —susurro detrás de ella. Natalie se da la vuelta con el balón de voleyball en las manos. Me mira con los ojos oscuros de siempre.
—¿Qué haces aquí? —inquiere con su voz fina y tranquila. Respiro hondo e intento pensar con claridad.
—Vengo a disculparme contigo por lo que te hice en el comedor. —anuncio de verdad arrepentida. Natalie no dice nada, sino que deja el balón en el suelo y se cruza de brazos.
—¿Estás de broma? Gracias a ti Angel se me acercó y nos pudimos hacer amigos. Ahora estoy en lo más alto del instituto. —asegura sonriendo. Vale, no es tan buena como la pinta Angel. Aun así, respiro hondo otra vez y pienso en algo bonito.
—Aun así, no estuvo bien lo que te hice. Me pasé. Y no quiero que seamos rivales. —alzo la mano y espero a que me la estreche, pero no lo hace.
—¿Eres tonta o qué? ¡Claro que somos rivales! Rivales en el amor. —parpadeo un par de veces.
—¿A qué te refieres? —pregunto confundida.
—Como si no lo supieras. ¡Estás colada por Angel! Eres muy peligrosa si te acercas de nuevo a él. —hace una pausa en la que se acerca más a mí —. Tengo entendido que Angel quiere que seamos amiguitas. Pues bien, no daré mi brazo a torcer. Si sigues alejada de él, yo tendré más oportunidades que tú para ligármelo. ¿Lo entiendes, verdad? —bajo el brazo y trato de no cometer el mismo error de la última vez.
—Natalie, no pretendo ligar con él. —digo intentando convencerme a mí misma. Ella sonríe con sorna.
—¡Claro que no! ¡Cómo si no se notara!
—¿Y tú qué sabes? —inquiero comenzando a alzar la voz. Ella pone sus brazos en jarras.
—Durante la primera semana os observé. ¡Estaba claro que te gusta! Y me enamoré de él la primera vez que lo vi... Me dije que teniéndote a tí como amiga no iba a ganar mucho terreno porque él solo tenía ojos para tí. En cambio, si yo parecía la víctima... ¡todo cambió! Ahora lo tengo para mí y no se escapará. —dictamina con entusiasmo. Mierda, he dado con una desquiciada más en el mundo.
—Natalie, ¿por qué haces esto? Yo quiero llevarme bien contigo. No pretendo robarte a Angel, es más, no importa si quieres estar junto a él. ¡Lo comprendo! Quiero lo mejor para mi amigo, y si tú eres esa mejoría, ¡pues bienvenida seas! ¿No lo ves? No quiero hacerte mal...

Natalie me observa y por un momento observo arrepentimiento en su rostro. Luego se da la vuelta, abatida.

—Me has ganado... —admite sentándose en el suelo, con las piernas separadas. Me pongo a su lado.
—De verdad, no pretendo pelear más contigo. Y si de verdad te gusta Angel, ¡luchemos justamente por él! —exclamo contenta. Ella me mira como si estuviera loca, pero luego ríe.
—Nunca antes había conocido a alguien como tú, en serio. Eres bastante tontilla. —confiesa naturalmente.
—¡Eh!

Desde ese día, comenzamos a llevarnos mejor. O al menos no nos insultábamos cada vez que nos veíamos...

*~*~*~*

Después de tres días ocurrió algo inesperado. Caminaba sola directa a la biblioteca. Tenía que empezar a estudiar para el pesado examen de historia y en mi casa con mi padre no me concentraba. Así pues, entré en la gran sala repleta de libros y me senté en una mesa cualquiera. Sin embargo, como era tan tarde, a penas había gente. Abrí el gran libro y estaba a punto de empezar a estudiar, pero un murmullo constante me interrumpía. Algo enfadada, me dirigí hasta el murmullo procedente de un pasillo y me detuve en seco en cuanto vi de quienes se trataban.

—Angel, de verdad... gracias por estar conmigo. Sin ti no sé qué hubiera hecho. —susurra Natalie, sentada en el suelo. A su lado esta mi amigo. Se ven abatidos. Me percato de que se dan la mano. Vuelve a dolerme el corazón.
—No es nada. Tener un hijo con esta edad es doloroso y... —de repente Natalie se inclina hacia delante y besa en los labios a Angel.

A partir de ahí, mi mente queda en blanco. Me voy de allí en silencio y recojo mis cosas. Salgo de la biblioteca y no miro atrás. Esto es demasiado para mí.. ¡Natalie tiene un hijo! ¡¿De quién será?!
 
Mi cabeza da vueltas, todo da vueltas. Quiero vomitar... Angel me dijo que no podía contármelo pero... ¿a esto se refería? ¡Tener un hijo! Pero ese no es el punto, ¡Natalie y Angel están saliendo en secreto! ¿Cómo ha sucedido esto? Me ha traicionado. ¿Qué debo hacer?

¡Elige!

A)Contarle a Angel que Natalie me ha utilizado para su beneficio. ¡Ella me ha traicionado y Ángel debe saberlo!

B)Pensar otra solución. Después de todo, no sé hasta qué punto quiere llegar Natalie. Y si tiene encima un hijo... es comprensible que actúe de esta manera.

*~*~*~* 

Pronto subiré las dos opciones. ¡Tened paciencia! *-*