Estuve cinco días encerrada en mi casa. Las heridas no
cicatrizaban rápido y mi cabeza no estaba para estudiar. Estuve
llorando muchísimo, tirada en mi cama sin hacer nada. Por las
mañanas preparaba la comida y cuando venía mi padre del trabajo me
encerraba de nuevo en el cuarto para no verle. La angustia me
carcomía, el miedo a mi padre también. De repente, mi mundo se
desmorona ante mí como la arena. Me siento estúpida, débil, sin
valor.
Mi móvil ha estado sonando insistentemente todos los
días. Son Liam y Angel. Tratan de venir a buscarme, pero les he
dicho que estaba enferma con gripe. Espero que no indaguen porque
sino... No puedo decirles lo que en verdad me pasa, mi padre me
mataría. Y, en cambio, exijo liberación. Quiero a alguien a mi lado
que me escuche. Pero eso es pedir demasiado...
El cuarto día enclaustrada, obtuve una sorpresa. Un
número desconocido me envió un mensaje. En él rezaba:
"Veámonos en el parque mañana a las 18:00, soy
Natalie".
No me lo esperaba, pero algo dentro de mí se ablandó.
Deseo que alguien me comprenda, y si Natalie quiere verme... ¿Por
qué no? Necesito un apoyo, y no quiero dañar a mis amigos con mis
problemas.
Entonces, ahora me encuentro en el parque de enfrente de
mi casa, esperando a Natalie sentada en un banco. Me he puesto una
gorra para disimular las marcas que aun tengo en el rostro. A decir
verdad no me duelen tanto como el corazón.
—Hola. —saluda Natalie apareciendo de repente. Viste
con una blusa y unos pantalones morados. Lleva su cabello negro y
lacio recogido en una coleta alta. Es guapa, aun así sus ojos no
reflejan felicidad.
—Hola... —se sienta a mi lado y me mira
directamente, sin titubeos.
—¿Qué te ocurre? Has faltado esta semana entera.
—obvia cruzando las piernas. Muevo mis dedos porque estoy nerviosa.
—¿Por qué querías verme? —inquiero ignorando su
pregunta.
—Angel está martirizado por tu culpa. No para de
lamentarse. No coges sus llamadas, a penas hablas por el whatsapp...
—frunzo el ceño.
—¿Desde cuando te hablas con Angel?
—Eso no importa. —entrecierro los ojos y ella
suspira —. Hace tres días que me animé a entablar una
conversación con él. Creo que es uno de los pocos tíos que merece
la pena gastar el tiempo. —asiento.
—Eso es cierto, junto con Liam. —recuerdo la última
vez que vi a Angel y me sonrojo. A pesar de ello, veo eso como un
juego de niños a comparación con lo que me hizo mi padre.
—He venido a por ti. Quiero que vengas mañana al
instituto, no es igual de divertido sin ti. —confiesa mirándose
las uñas. Agrando mis ojos y guardo mis lágrimas. Tiene razón, no
puedo desentenderme del mundo porque mi padre me haya pegado. Debo
salir de esta.
—Gracias por tu preocupación. —le cojo las manos y
ella se tensa.
—Solo lo hago por Angel. —admite. Asiento y luego la
abrazo.
No he podido evitarlo. Y justo entonces, el viento se
alza haciendo que mi gorra desapareciera. Voy a recogerla del suelo
pero Natalie me agarra del brazo y hace que la mire. Ante la visión
que le ofrezco frunce el ceño.
—¿Es por esos moratones que no vienes al instituto?
—hago silencio —. ¡Contesta! —la miro sorprendida y sonrío.
—No es para tanto. Tan solo me caí de las escaleras
y... —ella comienza a lagrimear con su rostro neutral y parpadeo un
par de veces. ¿Está llorando por mí?
Es tan irreal que no sé cómo reaccionar. Ella sigue
llorando en silencio, sin moverse un ápice y me conmueve. Mi corazón
se agita ante el dolor que veo reflejado en sus movimientos. Nunca
nadie ha llorado por mi causa, me siento extraña. Por algún motivo,
también comienzo a llorar desconsolada. Me tapo la cara con las
manos y me desahogo en presencia de Natalie, una extraña que a penas
conozco de unos días. Es lamentable, pero en el fondo agradezco su
presencia.
De pronto, me abraza y apoyo mi mejilla en su hombro.
Sigo llorando como una niña chica. Supongo que la gente nos mirará
preocupados, o quizá pensando que somos extrañas. Pero todo eso me
da igual. Necesito a gente agradable y no a ogros que pegan y
maltratan verbalmente. Lo odio, odio a mi padre pero no puedo hacerlo
al cien por cien. Sé que él no es así, o al menos lo intuyo.
Natalie me aparta un poco y veo que moquea. Ante la apariencia que
debemos dar, comenzamos a reír como unas tontas.
Después de unos minutos de agradable silencio, me toca
decir algo...
—Natalie, gracias. De verdad. Me siento mucho mejor.
—ella asiente volviendo a su expresión dura de siempre.
—Vamos a merendar. —casi ordena levantándose y
tendiéndome la mano. La acepto y caminamos hasta una cafetería en
silencio. No sé por que, pero su contacto se ve más humano que las
otras veces. Me siento reconfortada.
Cuando entramos en el local, aparece un olor a café
delicioso y sonrío cerrando los ojos. También huele a dulce y, en
conjunto, lo hace un lugar muy agradable. Casi puedo escuchar las
palabras amables de la madre que nunca tuve... Natalie me conduce a
una mesa y nos sentamos. Pronto, un camarero nos atiende y pedimos la
orden. Entonces, Natalie guarda silencio.
—¿No vas a preguntarme nada? —digo toqueteando la
servilleta. Ella se encoge de hombros.
—Si quieres contármelo, pues hazlo. No somos amigas,
después de todo. —se sincera y asiento. Tiene razón. Aun así, me
ha demostrado una humanidad impresionante y por primera vez, quiero
contarle mis problemas a alguien.
—Prométeme que no se lo dirás a nadie. Y menos a
Angel o Liam. —ella asiente.
—Ahora no es mi estilo entrometerme en los problemas
de los demás. —hace una pausa y luego prosigue recostándose en la
silla —. Antes si podía ser muy cruel. Pero no te confundas, ahora
también puedo serlo, solo que no quiero. —me dice seria. Trago
saliva. ¿Por dónde comienzo?
—Estas marcas... me las hizo mi padre hace cuatro
días. —aclaro triste. En ese momento, el camarero nos trae los
cafés y se marcha. Natalie suspira.
—¿Te ha golpeado más veces? —asiento —. ¿No vas
a denunciarle? —niego con la cabeza —. Ya veo, le quieres.
—crispo los puños encima de la mesa y Natalie me mira desolada.
—Le odio.
—¿Tu madre lo sabe? —pregunta de repente.
—No la conozco. Murió cuando me alumbró. —Natalie
mira a otro lado, incómoda.
—Es tu asunto pero... yo también pasé por algo
parecido y creo que puedo serte de ayuda. —anuncia tranquilamente.
Me asombro.
—¿Te... pegaban? —asiente.
—Verás, tuve un hijo a los quince años. Mi padre
biológico lo desaprobaba, por supuesto. Soy de una familia
acomodada. Mi padre es un político muy influyente en este estado y,
temía que un escándalo como el mío le bajara del puesto en el que
se encontraba. Así que, quería que abortara. —me llevo una mano a
la boca. Dios mío...
—¿Y qué hiciste? —da golpecitos a su vaso de café.
—Me escapé de casa, con el padre de mi hijo. En ese
entonces tenía diecinueve años, podía trabajar y mantenernos a
salvo aunque sea en un piso pequeño. Todo salió muy bien, nos
queríamos, adorábamos a nuestro hijo pero... un día todo se fue a
la mierda. —su mirada se ensombrece al recordar un pasado doloroso.
—Si no quieres continuar...
—¡No! Quiero que lo sepas. —su determinación me
conmueve. Asiento —. Cuando mi hijo tuvo un año, asesinaron a mi
novio violentamente, en mi piso. Yo había aprovechado para salir a
comprar algo con el niño y, cuando llegué, me encontré la escena.
—cierra los ojos con fuerza y unas lágrimas se le escapan —. Lo
mataron de un tiro limpio. La policía no logró capturar al asesino,
y juré vengarme.
—Lo siento mucho. —poso mi mano sobre la suya y ella
no la aparta.
—No lo sientas porque vengué a mi novio. —agrando
los ojos.
—¿Quieres decir que...? —asiente y sus ojos se
vuelven de nuevo oscuros.
—Maté a mi padre.
En ese momento el camarero llega de nuevo y me da la
palmera de chocolate que pedí. Natalie no aparta su mirada de la
mía, esperando una reacción por mi parte. No sé cómo actuar. Es
decir, ¿mató a su padre? Eso quiere decir que fue el asesino de su
novio. ¿Pero cómo lo supo? Me están entrando sudores y dejo de
tocar sus manos. Ella sonríe de medio lado.
—¿Ves? Lo tuyo no es tan terrible como lo mío. —dice
como si nada.
—¿Como supiste que fue él quien lo mató? —pregunto
con el corazón encogido.
—A mi madrastra se le escapó. Yo sabía que era mi
padre sin necesidad de pruebas. Pero quise creer que no era un
asesino. Así que, un día acorralé a mi madrastra y la amenacé con
un cuchillo si no me decía quién había sido el asesino. —sonríe
recordando el momento —. Lo escupió todo. Mi padre contrató a un
sicario para matar a mi novio y a mi hijo, pero como ese día mi niño
no estaba con su padre le salió el tiro por la culata. ¿Cómo no?
Mi madrastra solo estaba con mi padre por el dinero. Por supuesto la
amenacé con contarle a la policía que era cómplice de asesinato si
me denunciaba. Luego, todo fue sencillo... —trago saliva.
—Natalie... ¿por qué me cuentas todo esto?
—inquiero. La verdad es que no estoy asustada, solo asombrada por
la valentía de Natalie.
—Porque te comprendo, si tu padre te pega, le odias.
Es así de simple. Yo también odié a mi padre, pero ahora la cuenta
está saldada. Ya no hará daño a nadie.
—¿Cómo hiciste para que no te pillaran? —sonríe
de medio lado.
—Nadie creía que yo pudiera ser sospechosa. Tras la
muerte de mi novio estaba desolada, y una "pobre" e
"indefensa" niña no tendría el valor como para matar a su
padre sin razón aparente. Además, me cuidé de no dejar huellas. Le
empujé desde al balcón, mientras estaba borracho. Todo el mundo
creyó que por su estado de embriaguez se descuidó, es decir, que se
suicidó sin querer. —Dios mío. ¿Estoy en una película o en una
cámara oculta? En serio, ¿qué demonios es esto? ¡Ni en las series
pasa esto!
Hago silencio y me concentro en la palmera de chocolate
y el café. Ella no intenta excusarse, cometió asesinato y no lo
niega. Ahora la admiro. Si yo tuviera el valor suficiente, también
actuaría frente a mi padre. Al menos podría denunciarle. Pero tengo
demasiado miedo y... después de todo es mi padre.
—Tienes razón, no te delataré porque sé cómo te
sentiste. —digo después de un rato en silencio. Ella asiente.
—Lo suponía. ¿Quieres que vayamos a la policía y
pones una denuncia? —niego.
—Aun no. Todavía debo descubrir algo. Y quiero pasar
mi último año de instituto en relativa paz. Seguro que cuando lo
denuncie me pasarán de custodia a otro familiar y precisamente es
eso lo que no quiero. Esperaré a ser mayor de edad. —Natalie
asiente.
—Me gusta tu razonamiento. Te apoyaré. —sonrío.
—Gracias, yo también te apoyo a ti.
Nos estrechamos la mano y, justo ese día, todo cambió
para nosotras. Ya no podríamos dejar de vernos ni contarnos nuestros
peores secretos. Quizá nos podrían llamar: "amigas oscuras",
o algo así.
*~*~*~*
Al día siguiente volví al instituto. Angel y Liam me
bombardearon a preguntas y no me dejaban tranquila ni un minuto.
Aunque Angel se notaba diferente, arrepentido quizás. Natalie se
unió naturalmente a nuestro grupo de amigos en un santiamén. A
Angel le caía súper bien y Liam no decía nada desagradable de
ella, por lo que podía ser positivo. Poco a poco, con Angel y
Natalie a nuestro lado, la gente comenzó a apodarnos "Los
bellos", no entiendo porque, pero me da igual. La verdad es que
Angel es muy guapo y con Natalie ahora en nuestro grupo lo hace más
atractivo. Ella es de una belleza clásica, y él es moderno así que
hacen la pareja perfecta. En cambio, Liam y yo pasamos más
desapercibidos. Aun así también nos han apodado "Los bellos"
por el simple hecho de andar junto a ellos. ¡Ahh! Todo es tan
perverso...
Unas semanas después, hablé a solas con Angel de lo
que ocurrió en H&M. Al parecer se sentía una mierda por
intentar algo más conmigo y temía que por su culpa no fuera al
instituto. Lo desmentí enseguida y volvimos a ser amigos. Como
siempre. Aun así, en el fondo yo no podía verlo de la misma forma.
Una vez probé sus besos, no había vuelta atrás...
En cuanto a mi padre, por suerte no me tocó ni una vez
más. Estaba suave como un guante. A decir verdad, esperaba que me
pegase para así poder demostrar ante la policía que me golpeaba. Mi
tía Vanessa se asomaba de vez en cuando al apartamento y ordenaba
unas cuantas cosas. Yo cumplía y punto. Por desgracia, no iba al
club de tenis. La prohibición de mi padre era demasiado como para
desobedecerle.
Muy a menudo, me desahogaba con Natalie para no hundirme
en el fango. Ella me escuchaba y también me soltaba su mierda. Al
parecer su hijo pronto cumplirá cinco años y no sabe lo que hacer
para celebrarlo. ¡Mira de qué se preocupa!
Poco después, descubrí que yo era la única que sabía
su secreto y sentí que éramos amigas. Sin duda, nunca había
experimentado este tipo de relación, pero me encantó. Incluso fui a
su gran casa, herencia de su padre —debe estar revolviéndose en la
tumba—, y conocí a su pequeño. Un niño de ojos rasgados como su
madre y cabello lacio y castaño. Era precioso.
El tiempo pasaba rápidamente, y el segundo trimestre
llegó. Con él los agobios de los exámenes se acentuaron y casi ni
veía a mis amigos. Una tarde, a las ocho, decidí irme a la
biblioteca para estudiar historia. El lugar estaba vacío, de no ser
porque la bibliotecaria se encontraba allí, diría que no había ni
un alma. Me senté en una mesa alejada y comencé a estudiar, sin
embargo, un murmullo cansino me distraía. Me levanté y fui hasta un
pasillo donde se oían las voces. Y, cuando estaba a punto de pedir
silencio, descubrí que eran Natalie y Angel. Los dos estaban muy
cerca, sus narices se rozaban y sus manos estaban entrelazadas.
El corazón se me partió en dos.
—Natalie, sal conmigo por favor. Te necesito.
—susurraba Angel.
—Angel...
Y se besaron. Los labios que una vez me besaron ahora lo
hacían con otra y me sentí como las mierdas. Las lágrimas
afloraron en mi rostro y salí de allí sin hacer ruido. Sería
lamentable que me pillaran espiándoles. ¿Desde cuándo tenían esa
relación? Nunca me di cuenta de que se acercaban más y más. Hace
un tiempo que no salgo con ellos como antes. Quizá sea en ese lapso
en el que se han acercado hasta besarse. No, no... ¿por qué me
afecta tanto? Angel es mi amigo, solo eso. Lo que ocurrió no fue
nada. No nos queremos, ahora tiene una nueva conquista y precisamente
tuvo que ser Natalie, con quien comenzaba a congeniar. ¡Mierda! ¿Por
qué me sale todo mal?
Recojo mis cosas y salgo corriendo de la biblioteca, por
el pasillo me choco con alguien y me caigo de culo. Auch, ¡lo que me
faltaba! Alzo la cabeza y veo que es Liam. Al verme en este estado,
me tiende la mano, pero deshecho su ayuda.
—¿Qué te pasa? —quiere saber mi amigo. Yo le
ignoro y sigo mi camino. Su mano agarra mi brazo antes de poder
doblar la esquina —. Peyton, dímelo. ¿Te han hecho algo?
—No, Liam, no es nada. —respondo abatida y me zafo
de su agarre. Entonces, en ese momento, salen Angel y Natalie de la
biblioteca muy juntitos y con las manos unidas. Liam los mira y luego
me observa a mí. Estoy llorando.
—Vayámonos de aquí. —ordena dándome la mano y
tirando de mí.
Caminamos pero no sé a dónde me lleva. No tengo ganas
de nada, solo quiero tirarme en algún lugar y llorar lo estúpida y
débil que soy. ¿Por qué me pasa esto ahora? ¡Justo cuando pensaba
que no quería a Angel! Pero el estado lamentable que han dejado a mi
corazón es prueba suficiente como para saber con certeza que no he
superado lo de Angel. ¡Aun me gusta y ni siquiera lo sabía!
Después de un rato, subimos las escaleras del instituto
y nos detenemos ante una puerta metálica. Liam se adelanta y la abre
sin dificultad. Entra primero sosteniéndome la puerta para que
pudiera pasar. Cuando lo hago, me quedo boquiabierta. Es una azotea,
no sabía que este instituto tuviera una. Además, tampoco sabía que
dejaran pasar a los estudiantes aquí. Pero bueno, admiro la gran
superficie baldosada, en el centro hay unos bancos y dos arbolitos
decoran los extremos de la azotea. Como ya es de noche, ofrece una
vista espectacular de la ciudad. ¡Es precioso! Aun así no hace que
el dolor disminuya. Liam me observa y sonrío para no hacerle un feo.
—Este sitio es muy bonito. —asiente.
—Vengo aquí cuando estoy deprimido, o simplemente
aburrido. Es muy tranquilo aquí. —respiro hondo y me enjuago las
lágrimas.
—¿La gente suele venir aquí?
—No mucho, prefieren el parque de enfrente. Pero,
¿sabes? A veces vienen las parejas para hacer... ya me entiendes. —parpadeo
un par de veces.
—¿El qué? —Liam rueda los ojos y caigo enseguida
—. ¡Woo! ¡Qué guarros! —mi amigo comienza a reír a causa de
mi reacción y me contagia.
Después de un rato, camino hacia la barandilla y apoyo
los codos en ella. Admiro la ciudad llena de luces. La noche le da a
todo un aspecto diferente, esa es su magia. Liam se pone a mi lado y
entrelaza sus manos.
—Así que los has descubierto. —dice calmado.
—¿Tú lo sabías?
—Desde hace unos meses. —agrando los ojos. ¡¿Unos
meses?!
—Entonces, ¿están saliendo? —se encoge de hombros.
—Algo así. Pero no lo han anunciado, ni siquiera
Angel me comenta nada.
—Comprendo.
—No lo admites, ¿verdad? —frunzo el ceño.
—¿Su noviazgo? Pff, ¡pues claro! Me alegro por
ellos. —miento.
—Peyton, sabes tan bien como yo que has estado colada
por Angel desde hace mucho. —agrando los ojos.
—¡Eso no es verdad! —rueda los ojos.
—Ya, ya. —guardamos silencio. Pero la curiosidad me
carcome así que...
—¿Desde cuándo lo sabes?
—¿Que te gusta Angel? Diría que unos años... ¿Por
qué crees que os dejé solos el día del cine?
—¡No puede ser! —me giro y lo increpo —. ¿Por
qué hiciste eso? No tenías derecho... —crispo los puños. Él me
sostiene los hombros.
—Quería que os diérais cuenta de una vez por todas
que os sentíais atraídos. ¡Era de idiotas lo que hacíais! —miro
al suelo, avergonzada.
—Pero Angel no me quería. —le miro —. No me
quiere, Liam.
—Solo está confundido. Después de que le dejaras
solo... acudió a Natalie. Y a ella también le atraía Angel.
No puede ser, es mi amiga. ¡Me lo hubiera dicho! Liam
vuelve a su posición inicial y suspira. Parece cansado.
—Liam, gracias por todo. Eres un gran amigo. —me
inclino y le beso en la mejilla. Luego me marcho de la azotea
pensando en algo...
De camino a casa, me encuentro a Natalie sola debajo de
una farola. Extrañada, me acerco a ella y la saludo aparentando
normalidad.
—Natalie, ¿qué haces aquí sola? —se gira y me
mira con los ojos vidriosos. Le toco el hombro y ella se aparta —.
¿Qué te ocurre?
—Peyton... —agacha la cabeza y luego la alza con una
sonrisa ancha y siniestra en los labios. Inmediátamente me alejo —.
¡Eres tan tontita! ¿Lo has visto todo, no? —comienza a reír como
una loca y me agarra del brazo.
—¿Qué dices?
—Ya sabes que Angel me ha elegido a mí. ¿No es
genial? Es a mí a quien quiere y no a ti. ¡Todo ha salido según lo
planeado! —vuelve a reír. Me quedo de piedra.
—¿Qué quieres decir?
—¿No lo ves? Me acerqué a vosotros y me hice tu
amiga para conquistar a Angel. ¡Y lo he conseguido! —guarda
silencio y aprieta mi brazo haciéndome daño.
—¡Creí que éramos amigas! ¡Eres una traidora!
—exclamo dolida.
—Pero si lo somos. Sin rencores, ¿vale? —no puedo
creerlo.
—Estás loca. Suéltame. —ordeno impasible. Esta
Natalie es desconocida para mí.
—Vale, vale. Ya he conseguido lo que quería, ahora
puedes irte lejos. —me suelta y me palpo el brazo dolorido.
—Natalie. ¿Me has mentido en algo más? —para de
sonreír y me mira seria. Los vellos se me ponen de punta.
—En absoluto. Todo lo demás es real. —contesta con
una frialdad abrumadora. Me entra un escalofrío.
—Toda esa complicidad que teníamos... ¿se irá por
un chico? ¿Es eso lo que pretendes decir?
—Nunca lo vi de esa forma. Para mí solo eres un
peldaño más que subir para conseguir mi objetivo. Gracias por tu
ayuda, hasta mañana. —se despide como normalmente y me quedo de
piedra.
Esto es increíble. ¡Me ha engañado y utilizado! ¡Creí
que éramos amigas! Dios, he sido doblemente traicionada. Ahh, ¡¿qué
debo hacer?! Por una vez siento tanta rabia que no puedo pensar con
claridad, pero ahora mismo deseo vengarme. Pero por otra parte...
¿Debo contarle a Angel su secreto oscuro para que la deje o no?
Después de todo, ha jugado sucio conmigo. ¿Por qué yo iba a ser
diferente?
¡Elige!
A)Contárselo a Angel para que se de cuenta de qué
clase de persona es. ¡Ella me ha traicionado!
B)Pensar otra solución. Estoy eligiendo en caliente y
eso no me puede llevar a nada bueno.
*~*~*~*
¡Subiré las opciones en cuanto las escriba! Je, je ^-^ Id pensando lo que elegir porque... ¡esta vez según lo que escojáis os conducirá a un final o no! Pensad con cuidado...
Bueno, ¡nos leemos en la continuación! *-*
Vale...espera... estoy procesando lo ocurrido...esto último me ha quedado de piedra. Debo admitir que aunque le haya hecho este daño a Peyton, Natalie es un personaje que me gusta. No es que me caiga bien, pero es increíble su historia y lo "oscura" que es y eso me ha cautivado. Tiene una personalidad profunda y muy difícil de crear, te felicito.
ResponderEliminar(Angel ibas a ser mío, por queeee ;A;) Ya...se me ha ido la pinza un poco.
Se me ha destrozado el corazón (para bien) con esta parte del capítulo. Ya tengo pensada la opción y sinceramente es lo que yo haría. A ver si a mi Peyton le sale algo bien. Pobrecita mía (lo dice la creadora de la chica que se enamora del tío más cruel que existe).
Eres mala! Me dejas peor que antes! Ahora más que nunca necesito saber MAS!! >w<
¡Ay, amiga! Sé lo que quieres decir. Creé a Natalie con las ideas muy claras y con su pasado oscuro y todo. ¡Y me la imaginé justo como alguien que lucha hasta conseguir lo que quiere! Y por eso a Peyton le ha hecho daño...
EliminarPor eso, al escoger una u otra opción pasa una cosa y otra. ¡Es muy lioso! jaja. Y eso que no has leído la otra opción, que si no... (Ahí si que he puesto a Natalie más malvada, por así decirlo xD)
Te digo algo, nada es lo que parece y en cualquier momento todo cambiará... y creo que no va a ser muy placentero leerlo...
Jajaja, ¡eso digo yo! Que tu vas a enamorar a Sam de Aidan, ¡y él es muuy malo! xD (Cuidado con lo que le haces a Sam eh?!) jaja.
Bueno, ¡gracias por comentar y ya te aviso cuando suba las dos opciones! ¡Un mega abrazoo! *-*
Pues si he elegido la opción "buena"...no me quiero ni imaginar la mala :S
EliminarY aunque no me sea placentero quiero seguir!!! Seré masoquista o algo!
Pero no queda nada lioso, por eso me encanta y valoro muchísimo tu esfuerzo. Sinceramente yo no sería capaz de crear algo así!
Con respecto a Sam...no sé si va a ser peor lo que le pase a partir de ahora o lo que ya le ha pasado en el pasado xD
Avisa avisa ;A;