Al día siguiente, no fui al instituto. Tampoco el
siguiente, ni el otro... Estuve en mi casa, sin salir de la
habitación. Mi padre no se acercaba a mí. Mi móvil sonaba a cada
rato, Angel y Liam me están petando el whatsapp. Les he dicho que
estoy muy mala y que por eso no puedo ir al instituto. Me animan y
dicen cosas graciosas, pero no puedo sonreír. Me siento como una
mierda. Los hematomas en mi rostro han mejorado notablemente, pero
aun no puedo salir de casa porque me harían preguntas incómodas y
prefiero pasar.
Es la primera vez que mi padre me pega tanto. La bebida
lo empeoró todo. Quizá no pueda estar más en esta casa, necesito
salir de aquí, y para ello debo pasar a la universidad. Si estudio
en una universidad de otra ciudad, ya no estaría más con mi padre.
Hasta él lo habrá pensado para sacarme de su vida. Supongo que no
lo habrá hecho antes por miedo a lo que dijeran los demás.
Ruedo en mi cama hasta ver la hora. Vaya, ya son las
ocho de la tarde. Las tripas me rugen, por lo que tendré que salir a
comer algo. Por la mañana he limpiado y hecho la comida para no ver
a mi padre. También he preparado la cena, por si acaso. No estoy de
humor para hablar con él y aparentar que nada ha ocurrido. Así
pues, salgo de mi habitación con cuidado de que no me oyera y entro
en la cocina. Parece que no está en casa. Suspiro aliviada y abro la
nevera. Está vacía. Vaya, al menos podría...
—¿Puedes ir a comprar comida? Como ves, en los días
que has estado enclaustrada la nevera se ha quedado vacía. —espeta
mi padre entrando en la cocina. Me tenso enseguida ocultando mi
rostro.
—S-si. Ahora mismo bajo a comprar. —musito
cabizbaja. Tengo miedo.
Mi padre se aparta para que pueda pasar, pero antes de
que pudiera hacerlo, me tira del cabello hacia atrás, deteniéndome.
—Quiero un plato francés, no lo que has preparado.
—me suelta el pelo y asiento sin mirarle a la cara. Cojo el bolso y
una gorra y salgo del apartamento.
Con el corazón encogido, atravieso el portal y
desciendo las escaleras. Todavía no puedo creer que mi padre sea así
conmigo. Lo odio. Mis ojos ya no pueden llorar más, por lo que
siento escozor en ellos. Es como si me hubiera secado por su culpa.
Camino más rápido para llegar cuanto antes al supermercado. Está
frente a mi casa, así que no es tan lejos. Pero como tarde más de
la cuenta me regañará.
Ya estoy en el súper y compro todo lo necesario para
hacer un plato francés. Todo rápido, sin mirar nada más. También
hecho comida suficiente para tres días más, los que planeo tirarme
en casa encerrada. Si alguien me ve en este estado...
—Peyton, ¿eres tú? —mierda. Es Angel. Está
comprando él solo. Vive a unas manzanas, por lo que es comprensible
que venga a comprar aquí. ¿Por qué narices me sucede esta
casualidad a mí? En cualquier caso, me aseguro que la gorra cubra un
tercio de mi rostro y sonrío como si nada pasara.
—Hola, Angel. —deja el carro de la compra y me
abraza efusivamente alzándome y haciendo que la gorra se fuera a
tomar viento.
—¿No estabas enferma? —inquiere mirándome la cara.
Se queda sorprendido por los moratones y me baja cuidadosamente al
suelo —. ¿Qué te ha sucedido? —su rostro denota verdadera
preocupación. Recojo la gorra y me la vuelvo a poner.
—Ah, ¿esto? Me caí y me di un golpe tremendo por las
escaleras de mi portal. —él se agacha para verme el rostro y alza
la gorra. Vuelve a mirar mis heridas.
—¿Eso es cierto? —está serio. No se lo cree —.
Son muy específicas para ser solo una caída. —trago saliva.
—¡Por supuesto! Anda, déjame que no debo salir mucho
de la cama. Estoy enferma, ¿sabes? —digo como si nada y meto un
paquete de pasta en la cesta. Angel me sigue sin decir nada.
—Peyton...
—¡Tengo que irme! Nos vemos el lunes. —me despido
yendo a la caja. Veo que se queda mirándome y me apuro.
Siento mentirte, amigo, pero no puedo decirte nada... Mi
padre me mataría.
*~*~*~*
Unos días después, ya puedo volver al instituto. Los
hematomas ya casi ni se ven y me encuentro un poco mejor. Salir de mi
casa es un verdadero alivio. Allí dentro me asfixio con tanta mano
dura. Mi tía Vanesa hizo unas cuantas visitas, pero no me puso la
mano encima. No tenía por qué ya que limpio muy bien y hago todo lo
que me pide. En cuanto a mi padre, no me habla. Tan solo para lo
imprescindible. No he oído ninguna disculpa, por supuesto. ¿Qué
creía?
Por fin puedo estar en el entrenamiento de tenis.
Deseaba asistir a una clase de deporte ya que me hace sentir libre.
Golpeo con todas mis fuerzas la pelota y observo su recorrido en
silencio. Antes, cuando llegué al instituto esta mañana, Angel me
abrazó como siempre y me plantó un beso en la mejilla. Liam, en
cambio, me miró preocupado y me saludó con la cabeza. Sospecho de
que Angel le habrá contado a Liam que me vio con esas heridas. Si es
así, me preocupa que indaguen en lo sucedido. No puedo contarles la
verdad. Estoy hecha un lío.
—¡Peyton cuidado! —exclama mi rival desde la otra
punta del campo. Demasiado tarde, la pelota me ha dado de lleno en la
cara. ¡Auch! Eso duele mucho. Mi compañera se acerca con
preocupación —. ¿Estás bien? Lo siento mucho...
—No pasa nada, estaba distraída. —aseguro dándome
unas palmaditas en las mejillas. La chica de nombre Clare me observa
con tristeza.
—Te sangra la nariz. ¡Oh, lo siento! —vuelve a
disculparse y la miro asombrada. ¿Así es como se siente cuando
alguien se disculpa de verdad?
—No te preocupes... —me dirijo a la fuente y me
limpio la sangre de la nariz, ésta sigue chorreando.
Pongo dos dedos en el tabique de mi nariz y agacho la
cabeza, con esto debería mitigar.
Clare sigue a mi lado, inquieta. Le sonrío como puedo
en mi posición y ella me corresponde.
—Oye... El otro día te vi en el comedor peleando con
Natalie... —agrando los ojos y abandono mi intento por dejar de
sangrar. Lo único que conozco de Clare es que va a primero de
bachillerato. No me digas que Natalie es esa asiática del demonio.
—¿La conoces? —inquiero de mal humor. Clare se
sienta a mi lado, en un bordillo.
—Es mi vecina. —responde cabizbaja —. ¿Qué te
hizo para que actuaras así? No pareces el tipo de chica que pega sin
más.
Aparto la mirada y noto que he dejado de sangrar. No
quiero decirle nada por si acaso Natalie y ella son amigas, pero por
otro lado, me vendría bien saber más de ella. Quizá es como Liam
comentó y lo está pasando mal.
—Fue ella la que empezó todo. Si no me hubiera dicho
eso...
—¿Te insultó? Yo no oí nada de eso. —se lleva un
dedo a la barbilla y piensa —. La verdad es que Natalie suele
hablar muy bajo. No tiene muchos amigos, por no decir que no la veo
en la calle. Siempre está en su casa o en el instituto. Y en
vacaciones se va con su familia a California. —¿qué me importa
eso?
—¿Así que me crees? —pregunto de pronto. Claire
asiente.
—No sé porque, pero desde que intenté hacerme su
amiga no hablo más con ella.
—¿Por qué? —pregunto curiosa. Claire se tapa la
boca con una mano y me susurra:
—Tiene algo oscuro. Una vez me miró muy mal y todo me
salió mal ese día.
—A mí también me sucedió algo terrible ese mismo
día. —recuerdo los golpes de mi padre y a mi tía. Claire agranda
los ojos asuatada.
—¡Lo sabía! Es una bruja o algo así. —asiente
ella misma. Comienzo a reír.
—No creo que sea una bruja, mujer. —hago una pausa
—. ¿Dónde vive? —pregunto de repente. Claire me mira claramente
curiosa.
—¿Por qué lo quieres saber? —me encojo de hombros.
—Simple curiosidad. —parece meditar algo, pero luego
me lo suelta.
—En la calle... Justo al lado de McDonals.
Vaya, ese barrio es uno de los más ricos de Atlanta.
¡Así que ella también es de familia acomodada! ¿Por qué me
insultó entonces de ese modo?
Al cabo de un rato, volvemos a jugar a tenis y a las
ocho terminamos sudando. ¡Qué calor! Voy a darme una ducha. Entro
en el vestuario femenino y voy directa a mi taquilla. Me desvisto
quedando solo en ropa interior y cojo una toalla y mis productos de
aseo. Luego entro en una ducha y comienzo a enjabonarme. Como hace
calor también me mojo el pelo, uff, qué gustazo. Voy a echarme
champú, pero tengo tan mala suerte que se me ha acabado el bote.
—¡Jo...! —oigo un ruido de agua cayendo. Proviene
de la ducha de al lado. ¿Quizá la chica tenga champú y me lo
preste? Salgo de mi plato de ducha y carraspeo frente al de al lado.
—Perdona, ¿por casualidad tienes champú? Es que el
mío se ha acabado. —la chica asiente sin mucha ceremonia y se
agacha para coger su bote. Cuando se levanta y se gira para dármelo
se queda de piedra, al igual que yo —. ¡Tú!
De pie, las dos desnudas y chorreando, mirándonos como
si quisiéramos freírnos con la mirada. Un pájaro que pía... ¿Se
puede tener más mala suerte?
—Toma. —me extiende el bote y lo acepto a
regañadientes. Vuelvo a mi ducha y termino de lavarme. Natalie lo
hace a la misma vez que yo. Me envuelvo en la toalla y salgo,
encontrándome con que ella me espera de brazos cruzados.
—¿Así que la niña rica juega un deporte? Hmp,
típico. —extiende la mano y le doy el champú.
—Creo que tú también lo haces. —espeto erguiéndome
cual larga soy, pero ella es un poco más alta que yo.
—Juego al voleyball. ¿Y? —pongo los ojos en blanco.
—¡Pues que también eres una niña rica! —parece
que la he sorprendido. ¡Un punto para mí! Se gira en redondo y se
marcha a las taquillas. La sigo —. ¿Y bien? ¿Por qué me
insultaste el otro día? —inquiero enfadada. Natalie cierra de un
golpe su taquilla y me mira con los ojos entrecerrados.
—Ven aquí. —la miro sin entender —. Te lo diré.
—me acerco y cuando lo hago, me da una bofetada en la cara —. Por
lo del otro día. Fuiste muy cobarde al no presentarte en el
instituto los días siguientes. ¿Tenías miedo de lo que dijeran?
—¡Por supuesto que no! —exclamo sobándome la
mejilla. Demasiados golpes me he llevado ya...
—¿Y entonces? —aparto la mirada, avergonzada.
—No es tu asunto. —respondo al fin —. Vete a la
mierda. —le miro con odio y me dirijo a mi taquilla. Cuando la abro
comienzo a cambiarme.
—Eres una estúpida, pero por suerte tus amigos no lo
son. —me insulta una vez más y me deja anonadada.
—¿Qué quieres decir? —pregunto a la nada, Natalie
se ha marchado —. Mierda...
*~*~*~*
Al salir de los vestuarios, algunos chicos que pasaban
por allí se me quedan mirando. Hacen algunos gestos y me irritan.
Esta mañana ha pasado igual, aunque con la presencia de Angel y Liam
se han contenido más.
—Mira a la gatita salvaje, ¿me sacarás también las
garras a mí? —comienzan a reírse, pero los ignoro y voy directa a
la salida del campus. Ellos me siguen.
—¿No quieres pelear con nosotros, eh? Vamos, ¡es
gratis! —me doy la vuelta entrando en su juego.
—¿Y por qué mejor no te tiras a un río? —ellos
ríen aun más. Uff, qué idiotas. Sigo caminando, pero uno de ellos
me coge de la muñeca y me detiene.
—Tirémonos juntos, preciosa. —me sonríe
pícaramente.
—Ey, vosotros. ¿Por qué no la dejáis en paz? —es
Angel, quien se interpone entre nosotros haciendo que me soltara la
muñeca.
—Angel, no sabía que te juntabas con busconas...
—dice uno de ellos. Ahora que los miro mejor, creo que son
jugadores de baloncesto.
—Vete a la mierda, Jack. Ella no es esa clase de
chica. —me defiende mi amigo. El tal Jack sonríe con socarronería.
—¡Todos vimos cómo le pegaba a la pobre Natalie!
Vamos, ¡si ella no hace daño a nadie!
—¿Puedes meterte en tus asuntos, gilipollas? —espeto
tranquilamente. Luego miro a mi amigo —. Angel, me voy a mi casa.
Así pues, camino con seguridad hasta la salida del
campus y oigo sus pisadas detrás de mí.
—¿Estás bien? Esos imbéciles no piensan más que en
el deporte. —dice acomodándose la mochila. Suspiro.
—Quizá tengan razón y no te interese estar con la
chica problemática. ¿No es eso lo que soy ahora? —digo
malhumorada. Todo este asunto me pone enferma. Angel se detiene y me
mira como disculpándose.
—Liam me contó lo que te dijo y veo bien que le
dieras su merecido, pero...
—¿Qué? Suéltalo Angel.
—No debiste pegarle. Ahora eres la mala en todo esto.
Además, el ausentarte de esa manera... Todos los de segundo apoyan a
Natalie.
—No sabía que eran tan susceptibles a creer a
cualquiera. Pero bueno, esos son sus problemas. Yo sé por qué le
pegué. —me defiendo y él se mesa el cabello.
—Peyton, si no maduras de una vez yo... —lo miro
enojada.
—¡Ya sé lo que tratas de decir! Y me da igual que
dejes de ser mi amigo. ¡Vete y déjame en paz! —grito en mitad de
la acera. Los transeúntes vuelven la cabeza hacia nosotros. Angel
agranda los ojos.
—Peyton...
—¿Es que acaso te has hecho amigo de Natalie o qué?
—La verdad es que... —agrando los ojos sorprendida.
—Bien, ya me lo has aclarado todo. ¿Liam también se
ha convertido en un crédulo? —Angel enmudece.
—No es lo que piensas... Natalie no es una mala chica.
Solo lo está pasando mal y...
—¡Basta, no quiero escuchar más su nombre! —estallo
enrojecida. Mierda, me duele el pecho. ¿Por qué?
—¡Peyton, si tan solo me escucharas!
Salgo corriendo de allí sin mirar atrás... Me ha
traicionado mi mejor amigo.
*~*~*~*
Al día siguiente Angel no fue conmigo al instituto.
Llegué sola y tenía todas las miradas puestas en mí. Por suerte,
Liam me acompañó toda la jornada y me distrajo de los estúpidos
comentarios de los estudiantes. Esa mañana descubrí que Natalie
cursaba segundo de bachillerato, en el aula de al lado. Para mi
mortificación, en la hora del almuerzo la vi junto a Angel, hablando
como si fueran amigos de toda la vida. En tan solo unas semanas se ha
vuelto popular, ¡hasta se sienta con las animadoras sin ser una de
ellas! Es insoportable. ¡Se ha hecho famosa gracias a mí y a Angel!
Liam pasa de todo, aunque se nota que le afecta la
traición de Angel. Aun así, sigue con lo suyo y hablamos como si no
hubiera sucedido nada.
Los días se sucedieron, luego las semanas y finalmente
los meses. En el segundo trimestre Natalie se había convertido en
alguien fundamental para el equipo de baloncesto y de voleyball. Los
chicos la adoraban y las animadoras la toleraban. ¡Y no entiendo por
qué! Si es una antisocial. No sonríe, no hace nada por ganarse el
afecto de nadie, excepto con Angel... Con él se comporta "normal"
y eso me intriga mucho. Estoy segura de que le gusta y el corazón se
me encoge ante la posibilidad de verlos juntos. Casi ni respiro.
Una tarde, en la azotea del instituto, Liam me contó
algo...
—Supuse que era mentira por tu reacción, pero ahora
lo tengo claro. Te gusta Angel. —suelta de sopetón.
Estamos sentados en el banco habitual, solos y con el
cielo nublado. Va a llover en cualquier momento. Ante sus palabras,
no sé qué contestar. A lo mejor tiene razón y me gusta. Ha sido
tanto tiempo mi apoyo y por una chica todo se ha echado a perder. ¡No
entiendo nada!
—¿Y qué importa si es así? Ya no puedo hacer nada.
—susurro apoyando mi cabeza en mis rodillas. Él suspira.
—Angel me habla de vez en cuando a tus espaldas.
—confiesa tranquilamente. Me quedo boquiabierta.
—¡Eso es injusto! ¿Por qué? —se encoge de
hombros.
—De cualquier forma, sé que Natalie sufre en su casa.
Por eso es así de especial.
—¿Te lo ha dicho Angel? ¿Es por eso que está con
ella? —Liam vuelve a encogerse de hombros.
—No lo sé. Él es tan cambiante... Nunca logro ver a
través de él. Pero de una cosa estoy seguro, se arrepiente de
alejarse de ti. —dice mirándome directamente a los ojos, yo los
cierro.
—No lo creo. Está cegado con Natalie.
—¿Por qué no habláis, eh? Seguro que os arregláis.
—Liam sonríe sinceramente y me da unas palmaditas en la espalda —.
Me voy, tengo que hacer el resumen de historia. —se despide
levantándose del banco.
—¡Voy contigo!
—De eso nada, quiero estar solo. Te tengo hasta en la
sopa. —admite y me siento un lastre.
—Así que tú también estás cansado de mí...
—musito desolada. Liam se acerca y se agacha hasta quedar a mi
altura.
—Nunca lo estaré. —dice sinceramente. Lo miro
avergonzada y apoya su frente en la mía. Nos quedamos así un rato y
me siento mejor.
—Gracias. Eres un gran amigo. —admito sonrojada. Él
sonríe.
—Claro, claro... —se despide con la mano y se marcha
de la azotea.
Su recomendación me ha dado en qué pensar. Quizá si
habláramos se resolverían las cosas entre nosotros... Pero lo veo
muy difícil. Ya han pasado cuatro meses desde que no somos amigos.
No sé si sabré estar con él de nuevo. Tanta soledad...
Y eso de Natalie no me lo esperaba. ¿Sufre en su casa?
Seguro que es mentira, Claire me contó que casi nunca salía de
ella. Eso solo puede significar que está a gusto en su casa. Uff, de
verdad me voy a volver loca si sigo calentándome la cabeza. Así
pues, me levanto y camino hasta la barandilla de la azotea. Desde
aquí puedo ver casi toda la ciudad. Hay grandes edificios, bastantes
sedes importantes y los numerosos árboles y zonas verdes que se
mezclan con el asfalto. Atlanta es bonita, lástima que sea tan
ruidosa y bulliciosa.
—Peyton... —me doy la vuelta inmediátamente al oír
esa voz familiar. Se trata de Angel. Está solo, y su mirada denota
nostalgia. Se acerca a mí y se pone a mi lado. Contemplamos en
silencio la ciudad. Vaya, me he puesto nerviosa ante su cercanía.
¿Cómo reacciono?
—Te ha llamado Liam, ¿verdad?
—Si.
—¿Y bien? —pregunto tragando saliva. Angel se gira
y me toma la mano. Ante ese repentino contacto me alejo. Él suspira.
—No quiero separarme más de ti.
—Tú has sido el principal culpable. —le reprocho
enfadada.
—Escucha, cuando estuviste ausente una semana, Natalie
y yo comenzamos a hablarnos. No podía creer que tú le pegaras
cuando ella no ha hecho absolutamente nada contra ti. Es más, es una
chica muy buena. —lo miro con incredulidad.
—Creo que no hablamos de la misma Natalie.
—Espera, sé que aparenta ser fría y cruel, pero es
solo una tapadera... Ella no es así. De verdad. —le miro suspicaz.
—¿Y cómo lo sabes?
—He estado quedando con ella algunas tardes. —mi
corazón vuelve a doler, y esta vez con más intensidad. Ahora sí
que lo tengo claro.
—Ya veo. ¿Otra de tus conquistas? Bien, me alegro por
ti. Me largo. —digo muy enfadada. Quiero irme pero Angel me sujeta
por el brazo.
—¡Espera! No salgo con ella, de veras. Solo somos
amigos.
—Ya, claro... Tú no sabes tener amigas. —me mira
dolido.
—¿Y tú qué has sido para mí entonces, eh? ¡Durante
mucho tiempo hemos sido inseparables! ¿Ahora me lo vas a negar?
—hace una pausa para poner sus manos en mis hombros. Su contacto
quema —. Peyton, es la verdad. He estado con Natalie porque somos
amigos. No es cómo tú la ves, de verdad. Y quisiera que la
conocieras y le dieras una oportunidad.
—¡No sabes lo que dices! No tiene nada más que
insultos reservados para mí. —agacho la cabeza —. Pero si dices
que es tan buena chica yo... —Angel sonríe y me alza la barbilla.
—Gracias, Peyton. Sabía que podía confiar en ti.
—miro a otro lado y él me suelta.
—¿Qué le pasa a Natalie en su casa? ¿Tan grave es
su situación? —inquiero apoyando los codos en la barandilla. Angel
asiente.
—Vive con su madre adoptiva, en una gran casa, solo
con ella. Su padre murió en un accidente de coche. —vaya, eso es
una mierda. Es parecido a lo que me pasa... —. Pero eso no es lo
peor...
—¿Y bien? —Angel se rasca la cabeza.
—No puedo contarte nada más. Por favor, comprende mi
situación. Natalie me pidió que no le dijera nada a nadie.
—Pero Liam lo sabe, ¿no? Tú todavía hablas con él.
—recuerdo.
—Le he contado lo mismo que a ti.
—Ya veo... ¡Pero no es suficiente para que actúe de
esa forma!—rebato enseguida. Angel hunde su rostro en las manos.
—Si quieres saber toda la verdad, habla con ella.
Intenta llevarte bien con ella. Por lo pronto, yo seguiré siendo tu
amigo y el de ella. Pero si peleas todo el tiempo no podré verte
igual que antes. —asiento, lo comprendo.
Miro el cielo nublado que cada vez se torna más
oscuro...
*~*~*~*
Al día siguiente le pegué un pequeño empujón a Liam
por dejarme a solas con Angel. Luego, le conté todo y se alegró por
nosotros. Sin embargo, me contó que quizá comprender a tu enemigo
no sea un mal plan. En eso lleva razón, pero no puedo hacerme a la
idea de intentar entablar una amistad con ella. ¡No la trago! Aun
así, me da recargo de conciencia por tratarla mal sin saber lo que
le pasa realmente. ¿Y si me he pasado con ella? Pero no es que haya
puesto mucho de su parte para que me caiga bien...
Así pues, después de unos días meditando, llegué a
la conclusión de que debía intentarlo de nuevo. Quiero comprender a
Natalie y seguir siendo amiga de Angel. Si él se ha convertido en su
amigo, quiere decir que muy mala no será...
La vi sola en el gimnasio. Yo venía de mi entrenamiento
de tenis, sudada y cansada. Aun así, nunca antes había visto a
Natalie sola, por lo que aproveché la situación y me acerqué a
ella...
—Hola. —susurro detrás de ella. Natalie se da la
vuelta con el balón de voleyball en las manos. Me mira con los ojos
oscuros de siempre.
—¿Qué haces aquí? —inquiere con su voz fina y
tranquila. Respiro hondo e intento pensar con claridad.
—Vengo a disculparme contigo por lo que te hice en el
comedor. —anuncio de verdad arrepentida. Natalie no dice nada, sino
que deja el balón en el suelo y se cruza de brazos.
—¿Estás de broma? Gracias a ti Angel se me acercó y
nos pudimos hacer amigos. Ahora estoy en lo más alto del instituto.
—asegura sonriendo. Vale, no es tan buena como la pinta Angel. Aun
así, respiro hondo otra vez y pienso en algo bonito.
—Aun así, no estuvo bien lo que te hice. Me pasé. Y
no quiero que seamos rivales. —alzo la mano y espero a que me la
estreche, pero no lo hace.
—¿Eres tonta o qué? ¡Claro que somos rivales!
Rivales en el amor. —parpadeo un par de veces.
—¿A qué te refieres? —pregunto confundida.
—Como si no lo supieras. ¡Estás colada por Angel!
Eres muy peligrosa si te acercas de nuevo a él. —hace una pausa en
la que se acerca más a mí —. Tengo entendido que Angel quiere que
seamos amiguitas. Pues bien, no daré mi brazo a torcer. Si sigues
alejada de él, yo tendré más oportunidades que tú para ligármelo.
¿Lo entiendes, verdad? —bajo el brazo y trato de no cometer el
mismo error de la última vez.
—Natalie, no pretendo ligar con él. —digo
intentando convencerme a mí misma. Ella sonríe con sorna.
—¡Claro que no! ¡Cómo si no se notara!
—¿Y tú qué sabes? —inquiero comenzando a alzar la
voz. Ella pone sus brazos en jarras.
—Durante la primera semana os observé. ¡Estaba claro
que te gusta! Y me enamoré de él la primera vez que lo vi... Me
dije que teniéndote a tí como amiga no iba a ganar mucho terreno
porque él solo tenía ojos para tí. En cambio, si yo parecía la
víctima... ¡todo cambió! Ahora lo tengo para mí y no se escapará.
—dictamina con entusiasmo. Mierda, he dado con una desquiciada más
en el mundo.
—Natalie, ¿por qué haces esto? Yo quiero llevarme
bien contigo. No pretendo robarte a Angel, es más, no importa si
quieres estar junto a él. ¡Lo comprendo! Quiero lo mejor para mi
amigo, y si tú eres esa mejoría, ¡pues bienvenida seas! ¿No lo
ves? No quiero hacerte mal...
Natalie me observa y por un momento observo
arrepentimiento en su rostro. Luego se da la vuelta, abatida.
—Me has ganado... —admite sentándose en el suelo,
con las piernas separadas. Me pongo a su lado.
—De verdad, no pretendo pelear más contigo. Y si de
verdad te gusta Angel, ¡luchemos justamente por él! —exclamo
contenta. Ella me mira como si estuviera loca, pero luego ríe.
—Nunca antes había conocido a alguien como tú, en
serio. Eres bastante tontilla. —confiesa naturalmente.
—¡Eh!
Desde ese día, comenzamos a llevarnos mejor. O al menos
no nos insultábamos cada vez que nos veíamos...
*~*~*~*
Después de tres días ocurrió algo inesperado.
Caminaba sola directa a la biblioteca. Tenía que empezar a estudiar
para el pesado examen de historia y en mi casa con mi padre no me
concentraba. Así pues, entré en la gran sala repleta de libros y me
senté en una mesa cualquiera. Sin embargo, como era tan tarde, a
penas había gente. Abrí el gran libro y estaba a punto de empezar a
estudiar, pero un murmullo constante me interrumpía. Algo enfadada,
me dirigí hasta el murmullo procedente de un pasillo y me detuve en
seco en cuanto vi de quienes se trataban.
—Angel, de verdad... gracias por estar conmigo. Sin ti
no sé qué hubiera hecho. —susurra Natalie, sentada en el suelo. A
su lado esta mi amigo. Se ven abatidos. Me percato de que se dan la
mano. Vuelve a dolerme el corazón.
—No es nada. Tener un hijo con esta edad es doloroso
y... —de repente Natalie se inclina hacia delante y besa en los
labios a Angel.
A partir de ahí, mi mente queda en blanco. Me voy de
allí en silencio y recojo mis cosas. Salgo de la biblioteca y no
miro atrás. Esto es demasiado para mí.. ¡Natalie tiene un hijo!
¡¿De quién será?!
Mi cabeza da vueltas, todo da vueltas. Quiero vomitar...
Angel me dijo que no podía contármelo pero... ¿a esto se refería?
¡Tener un hijo! Pero ese no es el punto, ¡Natalie y Angel están
saliendo en secreto! ¿Cómo ha sucedido esto? Me ha traicionado.
¿Qué debo hacer?
¡Elige!
A)Contarle a Angel que Natalie me ha utilizado para su
beneficio. ¡Ella me ha traicionado y Ángel debe saberlo!
B)Pensar otra solución. Después de todo, no sé hasta
qué punto quiere llegar Natalie. Y si tiene encima un hijo... es
comprensible que actúe de esta manera.
*~*~*~*
Pronto subiré las dos opciones. ¡Tened paciencia! *-*
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