B) No decir nada. Total, no voy a rebajarme a su nivel.
Esta chica acaba de insultarme. ¿Por qué motivo lo
hará? La miro una vez más y me guardo el comentario que le iba a
soltar. No es buena idea pelear delante de toda esta gente. Ella
espera una respuesta de mi parte, pero como no la obtiene, Liam
interviene.
—Diría por tu apariencia que también eres una niña
rica. ¿Por qué no tenemos la fiesta en paz y sigues comiendo?
—sugiere mi amigo con diplomacia. Ella se sonroja y fija su vista
en su comida. No habla en todo el rato que estamos comiendo. Aun así,
me siento incómoda ante su presencia.
Me asombro por la facilidad que tiene Liam de actuar
normal. ¡Es que a este chico no le afecta nada! Desde que lo
conozco, no lo he visto alterado ni una sola vez. Me pregunto por qué
será... ¿Un carácter seguro de sí mismo?
La hora del almuerzo llega a su fin y veo de refilón
cómo la chica asiática salta de su asiento como si le quemara. Me
mira con odio y se larga de aquí. Miro a Liam, quien lleva su
bandeja a la basura.
—¿Has visto cómo me ha mirado? —pregunto y me da
un escalofrío.
—Has hecho bien no entrando en su juego. Apuesto a que
venía con segundas intenciones. —adivina mi amigo. No lo veo de
esa manera, pero bueno.
—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunto dejando la
bandeja en su respectivo lugar. Todos hemos formado filas para tirar
la comida y apilar las bandejas en su sitio. Liam se acomoda las
gafas y sonríe.
—Nada importante. —dice.
—Ya veo. ¿Por qué no...?
Justo en ese momento se acerca Angel y me palmea la
espalda. Liam lo mira dándole la bienvenida.
—¿Quién era la chica nueva? —pregunta emocionado
—. Parecía estar buena. —ruedo los ojos y Liam camina más
rápido. Nos estamos alejando del comedor.
—Buscaba problemas. —dice simplemente Liam. Angel
arquea una ceja.
—¿Y eso?
—No es nada, solo ha dicho algo impertinente.
—soluciono fácilmente, pero a Angel no le ha gustado mi
contestación.
—¿A ti?
—Si, a ella. —obvia Liam. Angel pone los ojos en
blanco.
—Qué raro, no parecía esa clase de chica... —piensa
Angel para sí mismo.
Estamos en el campus y yo debería irme a mi casa. El
entrenamiento de tenis comienza a las seis y media y debo estar
preparada.
—¿Ya te vas a casa? ¿Y qué pasa con las dos clases
que nos quedan? —pregunta Liam. Angel se rasca la cabeza.
—¡Tío, es verdad! Ahh, qué asco de día. —se
queja y nos reímos.
—¿Y qué hacemos entonces? —pregunto dando una
patada a una piedrecilla del camino.
—Podríamos quedarnos en el césped, tumbados.
—sugiere Angel bostezando —. Me está entrando sueño.
—¿Y tú cuándo no tienes sueño? —inquiero
poniendo los brazos en jarras. Liam me corea.
—Es cierto. Según los últimos años que llevo
contigo, duermes un sesenta por ciento del día, lo que serían
unas...
—Vale, vale. Deja las matemáticas un segundo,
Einstein. ¿Vamos al césped o no? Hace un buen día.
Al final nos dirigimos al parquecillo que hay justo al
lado del instituto y Angel se tira en el césped. Lo bueno de esta
ciudad es que mantiene toda la vegetación en condiciones. La gente
aquí es muy limpia y recoge todas las cacas de los perros... En
definitiva, te puedes tumbar en cualquier parte del parque porque no
te llevarás sorpresas desagradables. Y ver a los estudiantes
tumbados en el césped es lo más normal del mundo. Liam y yo hemos
optado por sentarnos en un banco cercano, mi amigo aprovecha para
leer algo y yo miro mi móvil. Una llamada perdida. ¿Quién podría
ser...? Miro el nombre y me tenso enseguida. Comienzo a sudar y Liam
se da cuenta.
—¿Qué sucede? —pregunta preocupado. Angel se
incorpora en el suelo. Sonrío como si nada pasara.
—Nada, es un familiar. Me ha llamado antes y no lo he
oído. —guardo el móvil en la mochila y me levanto, estirándome.
—¿Te vas? —pregunta Angel.
—Ni hablar, aquí se está muy a gusto. ¿Podrías
dejarme un hueco a tu lado? Quiero dormir un poco antes de que
empiecen las clases. —pido bostezando. Todo menos volver a mi
casa... Angel asiente con una gran sonrisa y me abre los brazos.
—Ven con tu querido Angel... —sonrío y me tumbo a
su lado, con cuidado de que no se me suba la falda. Liam suspira.
—Ya no sois unos críos pero seguís haciendo estas
tonterías... —se queja mirándonos con desaprobación. Angel
chista.
—¡Eres un abuelete! Ven y túmbate con nosotros.
—anima mi amigo rubio. Liam arquea una ceja.
—Ni hablar. —reímos a carcajada limpia.
En los brazos de Angel, me quedé frita. Tanto así que
el tiempo pasó muy rápido y las cuatro de la tarde llegaron muy
rápido. Es Liam quien me despierta amablemente.
—Despierta, bella durmiente. —musita Liam muy cerca
de mí. Agrando los ojos y me incorporo rápidamente haciendo que
chocara con la cabeza de mi amigo. Auch, eso ha dolido.
—¡Eres una bruta! —exclama el herido.
—Lo siento, pero me has sorprendido. ¡No te pongas
tan cerca de mí! —exclamo sonrojada. No me gusta que me miren de
cerca. Liam se aproxima a mi rostro y sonríe de medio lado.
—¿Y por qué no? —frunzo el ceño muy sonrojada.
¿Cómo que por qué no? ¡Porque no!
—Chicos, ¿qué hacéis? —pregunta Angel, quien
aparece con tres cafés en la mano. Me alejo de Liam enseguida y éste
me sigue con la mirada y una sonrisilla impertinente.
—Nada. Umm, café. ¡Gracias! —me acerco a Angel y
le quito uno. Luego le pego un sorbo y me quemo la lengua. Mis amigos
se ríen de mí. ¡Qué novedad!
—Parecéis una parejita... —comenta Liam detrás de
mí. Angel y yo lo miramos con los ojos entrecerrados y decimos a la
vez:
—¡Cállate! —pero no puedo evitar sonrojarme...
*~*~*~*
Después de las clases y del entrenamiento de tenis,
vuelvo a casa acompañada por Angel. Os recuerdo que vive a unas
manzanas de mi hogar. Así pues, estamos caminando tranquilamente
cuando recuerdo lo de su novia.
—¿De verdad no te importa que tu ex esté en
California? —Angel se encoge de hombros.
—Mentiría si te dijera que no la echo de menos, pero
tanto como importarme mucho... no. —me sonríe sin preocupaciones y
me quedo anonadada.
—¡Cada día me sorprendes más! —le digo muy
enserio. Él carcajea. Luego se hace el silencio entre nosotros.
—Oye, ¿te ha incomodado lo que ha dicho Liam?
—pregunta de repente. Pienso un poco y lo recuerdo.
—¿Lo de que parecemos una pareja? No, es solo una de
sus bromas. —le resto importancia y él asiente. Pero en el fondo
de mi corazón me ha puesto feliz.
—Si, es verdad. Oye, ¿qué te parece si vamos al cine
este sábado? —pregunta muy excitado.
—Bueno, creo que no tengo cosas que hacer. Así que...
¿Por qué no? ¡Ah, pero hay que decírselo a Liam también!
—claramente el rostro de mi amigo cambia por uno serio —.¿Qué
pasa?
—Nada, está bien. Coméntaselo tú mañana. —veo
cómo se rasca la cabeza y mira a otro lado. ¿Qué he dicho?
Al fin llegamos a mi casa y nos despedimos. Angel me da
sendos besos en las mejillas y nos abrazamos. Es algo normal entre
nosotros, no vayáis a pensaros otra cosa. Así pues, entro en el
bloque de apartamentos y subo las escaleras de dos en dos. Hoy estoy
contenta, a excepción de esa llamada de mi tía Vanessa. Esa mujer
me ha desquiciado y maltratado toda la vida. Mi padre y ella son
hermanos, por lo que son tal para cual. Unos seres mezquinos que no
me quieren ver ni en pintura. Para mi mala suerte, mi tía viene cada
dos por tres al apartamento para ver si cuido de la casa
adecuadamente. Mi padre se lo ha pedido expresamente, y lo lleva
haciendo desde que tengo doce años. Temo a esa mujer, y me da
vergüenza admitirlo, pero es la simple verdad.
Saco las llaves de mi bolsillo y, nada más meterlas en
la cerradura, se abre la puerta con brusquedad. Ese que ha abierto la
puerta antes de que girara la llave es mi padre, quien me mira con
furia contenida.
—Pasa, Peyton. —pronuncia cada palabra con odio
disimulado. Tiemblo imperceptiblemente, sé lo que me espera...
Pero al final, le hago caso y, cuando mi padre cierra la
puerta tras de sí, comienza a gritar.
—¡Qué horas son estas de llegar! No has cocinado ni
limpiado la casa. ¡Ya sabes que odio vivir con suciedad! —hace
gestos muy bruscos y retrocedo.
—Padre, ahora me pongo a ello. He tenido clases por la
tarde y también el club de tenis... —mi padre se acerca demasiado
hasta que me pega un empujón que me empotra con la pared. Dios, me
duele la espalda.
—¡No son excusas! Elimina el club ahora mismo. No te
quiero fuera de la casa mucho tiempo. —finaliza distanciándose de
mí. Suspiro aliviada y me llevo la mano al corazón. Por suerte no
me ha golpeado.
—Está bien. Iré a hacer la cena...
*~*~*~*
Pasaron cuatro días y por fin es viernes. Por culpa de
mi padre no puedo seguir en el club de tenis y me entristece. A mí
me gustaba. Pero bueno, no puedo hacer nada. Tengo que contentarlo, o
si no se enfadará. Son las tres de la tarde, y mis amigos han tenido
que hacer cosas, por lo que estoy sola en la biblioteca. Es inútil
estudiar, todavía no nos han dado suficiente materia como para
hacerlo. Aun así, estoy haciendo algunos resúmenes de Historia. De
momento no hay nadie en la biblioteca y lo aprecio, estar sola es
reconfortante. Aun así... De pronto, alguien entra y se sienta en
una mesa próxima a la mía. Está de espaldas, y lo único que puedo
ver es su larga cabellera negra. Me levanto segura de que es la chica
nueva y me acerco a su mesa. Miro por encima y ella se gira de
repente, asustándome.
—¿Qué quieres? —inquiere llevándose un mechón
detrás de la oreja. Trago saliva, me ha pillado antes de tiempo.
—Solo quería hablar contigo. Me parece que empezamos
con mal pie. —me sincero y ella guarda silencio.
—Si, claro... —aun me habla con superioridad y me
molesta su actitud. Me siento enfrente de ella y apoyo mis codos en
la mesa.
—¿Por qué me llamaste así? Me parece que eres más
rica que yo. —aseguro mirando su collar. Es de plata y parece una
luna menguante. Inmediatamente se lo guarda dentro de la camisa.
—Me recordaste a alguien irritante, solo eso.
Además... en ese momento estaba alterada. —asume su
responsabilidad y sonrío.
—Me llamo Peyton, voy a segundo curso. ¿Y tú? —le
tiendo la mano y ella me mira de un modo neutral. Iba a quitar la
mano cuando me la estrecha y agrando mi sonrisa.
—Natalie, también de ese curso. —nos soltamos las
manos.
—¿A cual?
—A 2º A.
—¡Vaya! De ciencias, ¡igual que yo! ¿Qué quieres
estudiar en la universidad? —pregunto contenta.
—Medicina. —de pronto, su rostro se vuelve más
frío.
—Eh... yo quiero ser bióloga. Son ramas parecidas.
—admito sacando otro tema —. Bueno, Natalie. ¿Te importa si
estudio contigo? Es que me aburro sola. —ella siente como si no le
importara y me levanto a por mis cosas.
Parece que es una buena chica...
*~*~*~*
El día siguiente llegó rápido, y con él la cita con
Angel y Liam. Estoy muy feliz de poder pasar un sábado con mis
amigos. A mi padre no le hace gracia que pase tiempo con ellos, pero
le he mentido diciendo que iba a salir con una amiga a tomar algo.
Así que no hay problema. Miro el reloj, son las seis de la tarde y
los estoy esperando en el centro comercial. La película empezará
dentro de unos minutos y no sé a qué esperan. Conociéndolos seguro
que pedirán palomitas, chuches... y eso llevará algo de tiempo.
Suspiro, ¡qué tardones! Para la ocasión me he puesto unos vaqueros
ajustados y una camisa de tirantes verde. También me he puesto un
poco de tacón para no parecer tan enana. Me he hecho una trenza de
lado y me he puesto maquillaje suave.
—¡Siento el retraso! —exclama Angel corriendo hacia
mí. Cuando llega, se apoya en una columna y jadea. Me río de él.
—No pasa nada, hombre. ¿Y Liam? —miro detrás de él
sin verle. Angel se rasca la cabeza un poco apenado.
—Verás, no puede venir. Le ha surgido algo con su
familia. Dice que lo siente.
—Vaya. Bueno, otra vez será. ¿Vamos a comprar
palomitas? —sugiero caminando hacia el puesto de golosinas. Él me
sigue sonriendo.
—¡Claro!
A las seis y cuarto nos encontramos sentados en una de
las filas del medio. La pantalla es enorme y estamos a oscuras. Los
anuncios previos a la película todavía no acaban, pero mi amigo ya
se zampa las golosinas. A penas hay gente y me extraño. Bueno, la
película que se estrena no es muy buena que digamos, es de terror,
pero tiene un presupuesto bastante bajo. Así que no creo que me
asuste demasiado. Liam estaba en contra de ver una película de miedo
desde el principio, pero al final Angel y yo ganamos. ¡Nos encantan!
Angel vuelve a coger palomitas y le palmeo la mano.
—No cojas más que todavía no empieza la película.
—susurro para que nadie nos oiga. Él pone pucheros.
—Pero yo quiero... —las aparto de él y le saco la
lengua.
—He dicho que no. También he pagado y no me estoy
comiendo ninguna. ¡Metes la mano hasta el fondo y no me dejas coger!
—susurro cerca de él para que me oiga. Angel no deja de sonreír,
y por algún motivo yo tampoco puedo.
Estamos los dos solos, viendo una película como dos
mejores amigos pero... ¿por qué mi corazón late tan rápido?
Estamos demasiado cerca, debe ser eso. La mano de mi amigo roza la
mía, la cual está en el reposabrazos. La alejo instintivamente y él
me mira de reojo. Mierda, me ha pillado observándole. Me pongo
colorada. Él se inclina hacia mí.
—Perdona, ¿te molesta mi brazo? —me susurra en la
oreja. Un escalofrío me recorre la espalda de arriba abajo y siento
las mejillas arder.
—N-no. Para nada. Pensé que yo te molestaba a ti.
—digo confundida. Vuelvo a dejar mi mano cerca de la suya y él
sonríe, relajado.
—Solo disfruta la película...
En ese momento comienza y todos se callan. Vaya, no
puedo concentrarme en lo que hablan. Solo tengo los sentidos puestos
en Angel. ¿Qué me pasa? Espera un momento... él y yo + cine
+película de terror+ palomitas = ¡cita! Dios mío, esto se parece a
una cita en toda regla. Empiezo a sudar. ¿Qué debo hacer? Ya es
demasiado tarde como para retirarme. Bueno, tranquila, esto es una
salida de amigos, no hay porque ponerse nerviosa.
Los minutos pasan y la película logra atraparme,
dejando de pensar en Angel. Trata de una familia muy unida. El padre
es un ejecutivo muy importante y tiene una hija adolescente. En su
barrio han sucedido varios asesinatos y todos apuntan a que el
culpable es el padre. Pero su hija no quiere creerlo. Entonces, en
una de las últimas escenas, el padre de familia ha acorralado a su
hija en el sótano y está a punto de matarla. Ella grita y agrando
los ojos, sufriendo como si fuera ella. En mi mente tengo el rostro
de mi padre muy cerca del mío, susurrando palabras odiosas: escoria,
basura, niña no deseada, asesina... Está a punto de matarme con un
hacha, como el de la película, y yo no paro de gritar.
—¡Ahhhhhh! —grito sin poder controlarme —.
¡Socorro! ¡Ayudadme! —la gente no se percata de mi reacción
porque al mismo tiempo la protagonista empieza a gritar, pero Angel
se gira de inmediato y me zarandea por los hombros.
—Peyton, eh, Peyton. Tranquilízate, es solo una
película. ¿Me escuchas? —no puedo verle bien a causa de las
lágrimas acumuladas en mis ojos. La imágen se sucede una y otra vez
en mi mente y no me puedo controlar —. Eh, nena, tranquila. Vámonos
de aquí. —al levantarnos noto las miradas de la gente en nosotros.
Pero nada me importa. No puedo seguir así...
Ya fuera del cine, estoy sentada en un banco del centro
comercial. Angel se ha ido a por un vaso de agua. Todavía tiemblo
por las imágenes tan reales que cruzan mi mente. Cierro los ojos y
trato de calmarme. Él no está aquí, no puede matarme.
—¿Te encuentras mejor? —pregunta Angel sentándose
a mi lado y tendiéndome el vaso con agua. Lo miro triste.
—Si, gracias. —bebo el contenido del vaso y luego lo
dejo entre mis manos. Angel me acaricia la espalda.
—¿Ha sido por la película? —chasquea la lengua —.
Mierda, era demasiado fuerte para ti. Lo siento. —se disculpa y
niego con la cabeza.
—Para nada... la película no... no tiene nada que
ver. —susurro angustiada. Angel agarra mi barbilla y hace que le
mire.
—Eh, Peyton, no tienes que mentir más. ¿Qué te
atormenta? Llevo un tiempo notándote rara. —confiesa de repente
haciéndome sentir peor. Mierda, no puedo contarle que mi padre me
maltrata. Él me mataría. Intento sonreír para dejarle tranquilo.
—No me ocurre nada. De verdad. Solo ha sido... esa
escena. Solo eso. —miento. Él lo sabe, pero se hace el tonto.
—Vale, pues... —se levanta de un salto y me tiende
una mano —. Vamos a hacer que la señorita se divierta. —me
sonríe abiertamente y le cojo la mano. Él me levanta sin esfuerzo y
me guiña un ojo.
—¿A dónde iremos ahora? —pregunto un poco mejor.
Quizá si me distrae puedo volver a la normalidad. Él parece pensar,
luego señala una tienda.
—¡Vamos a probarte ropa! —lo miro como si estuviera
loco.
—¡Pero si odias ir de compras! —exclamo
estupefacta. Él sonríe.
—Pero a ti te encanta, ¿no?
—Si, pero...
—¡Pues no hay nada más que hablar! Vamos. —me
arrastra literalmente y entramos en H&M. Dios, aquí hay una ropa
chulísima.
Me vuelvo loca y atravieso todo el local en un
santiamén. En medio de tanta gente, he perdido a mi amigo, y un
empleado de la tienda me asalta.
—¿Puedo ayudarte en algo? —pregunta un hombre
bastante guapo, de ojos verdes y sonrisa fácil. Vaya, qué guapo es.
—Quisiera una falda vaquera. —le digo sonriendo. Él
asiente.
—¿Talla? —me sonrojo.
—Treinta y ocho. —asiente y va en busca de la
prenda. Cuando la tiene, vuelve y me la tiende. Es una falda
preciosa, con volantes y cremalleras.
—¡Gracias! Me la probaré enseguida. —él me
sonríe, pero no me deja marchar.
—Para mí que te verías bien con algo como esto...
—saca otra prenda de un perchero y me la muestra. Es un vestido muy
bonito, de colores beige y naranjas. Es de manga corta y tiene un
escote pronunciado. Me sonrojo.
—Bueno... yo... —en ese momento viene Angel y me da
la mano. Sorprendida, miro cómo fulmina con la mirada al dependiente
y éste nos mira sorprendido.
—Deme el vestido, me lo mostrará a mí. —asegura
convencido Angel. Agrando los ojos si eso es posible y dejo que me
arrastre a los vestuarios. Ya a solas, le increpo.
—¿Qué ha sido eso? —pregunto aun con la mano de
Angel unida a la mía. Tiene el ceño fruncido y un adorable sonrojo
en el rostro.
—No me gustaba ese tipo. Seguro que quería ligar
contigo. —asegura apretando mi mano. Vaya, no sabía que tendría
celos...
—¿Y qué si así fuera? No he tenido novio nunca y ya
va siendo hora. —pienso un momento. Angel pone cara de pocos
amigos.
—Ni hablar, todavía eres una cría.
—¡Pero si casi cumplo dieciocho! Y tú también.
—intento zafarme de su mano, pero él la une más. Me siento
avergonzada. Estamos solos en los vestuarios, él me lanza una mirada
que nunca antes había visto. Sus ojos verdes penetran mi alma y me
siento desnuda. El corazón me late desbocado y no logro controlarlo.
Poco a poco, él me acorrala contra la pared y nuestros
rostros se acercan cada vez más. Entorno los ojos esperando el beso
y, sin embargo, unas personas que entran en los vestuarios nos
interrumpen. Angel se aleja de un salto y yo miro al suelo,
avergonzada.
¿Qué a sido eso? Dios, me llevo una mano a la boca y
lo miro. Él parece tan avergonzado como yo y me entran ganas de
reír. Las chicas que merodean por aquí nos observan con unas
sonrisas poco disimuladas. ¡Qué vergüenza! Entro rápidamente al
vestidor y trato de tranquilizarme. Ha sido muy raro. ¿Angel y yo
tratando de besarnos? ¡Imposible!
Entre el estupor que tengo, me pruebo la falda vaquera,
me sienta de maravilla. Salgo del cambiador y trato de parecer
natural. Angel alza la cabeza cuando me ve salir y sonríe aun
sonrojado. Lo veo adorable. Y me extraña... Normalmente con las
chicas se comporta como un verdadero idiota, pero conmigo...
—Te sienta muy bien. Tus piernas son bonitas. —agrando
los ojos y me tapo con la cortina del cambiador.
—¡No digas eso! —oigo las risas de las chicas de al
lado. ¡Qué bochorno!
Me quito la falda y me pruebo el vestido que el empleado
tan majo me dio. Cuando me miro en el espejo me pongo más colorada
si es posible. ¿De verdad puedo salir con esto a la calle? Es muy
ajustado, el escote me llega por encima del ombligo y es demasiado
corto. Intento estirarlo hacia abajo, pero no cede. Mierda, esto no
se lo enseño a Angel. Voy a quitármelo cuando el susodicho entra en
el cambiador y me mira sonriente. En cuanto me echa un vistazo más
profundo se le cambia la cara por una más roja.
—Te ves bastante sexy con ese vestido. —admite sin
apartar la vista de mi pecho. ¡Parece un perro en celo!
—¡Sal de aquí o grito! —intento taparme con mis
brazos, y en eso que me tropiezo con mis tacones y casi caigo al
suelo de culo, pero mi amigo me sujeta a tiempo y nos quedamos muy
juntos.
—Eres muy guapa... —y dicho esto, me besa.
Así de simple. Me está besando. Mi mejor amigo me
besa. ¡Coño que me están besando!
—¡Espera! —exclamo entre sus besos. Él no se
detiene. Sus labios son firmes y suaves a la vez. Me están tentando
a seguir. Es muy placentero. Nunca lo había experimentado, pero me
encanta. Sus manos estrechan mi cintura con firmeza y yo paso mis
manos por su pelo rubio y corto. Vale, admito que me gusta un poco.
Seguimos un poco más hasta que la falta de oxígeno nos impide
seguir. Abro los ojos y veo que este chico de ángel no tiene nada.
Sus ojos arden en fuego y sus labios piden más. Creo que por una vez
me dejaré llevar...
Volvemos a besarnos y esta vez me empotra contra la
pared. Su cuerpo está muy cerca del mío y sus manos acarician mis
piernas desnudas. Abrimos nuestras bocas y él introduce su lengua en
mi cavidad. Gimo por la intrusión, pero pronto saboreo su lengua y
me vuelvo loca.
—Peyton... —susurra entre jadeos y me derrito.
—Angel...—un momento. Si, es Angel, mi atolondrado
amigo. Estamos haciendo cosas guarras en un cambiador de H&M, se
supone que somos mejores amigos y, entonces... ¿qué está
ocurriendo aquí?
Lo separo de repente y le miro angustiada. Dios, ¡no
puedo hacer esto! Terminar una amistad como la nuestra por una locura
como esta. ¡Ni hablar! Me llevo la mano a los labios y los siento
arder. Angel no para de mirarme, se vuelve a acercar.
—Peyton, me atraes. Y creo que yo a ti también.
—asegura sin complicaciones. Si fuera tan sencillo...
—No podemos. Es algo sucio. No está bien. Sal de
aquí, voy a cambiarme.
*~*~*~*
De regreso a casa, la luna ya se alza en el cielo y
Angel tiene la moto preparada. Él tiene permiso de conducir, pero no
utiliza muy a menudo su moto. Hoy la ha traído consigo porque sabía
que Liam no iba a venir. Él deja las bolsas de compra en su maletín
y se monta en la moto. Tiene una cara muy seria. Yo hago lo mismo
detrás de él, sin agarrarme a su cintura. Él suspira mientras
arranca.
—Si no te sujetas te caerás. —chasqueo la lengua y
le hago caso. Al final me aferro a su cintura. Es tan ancho de
hombros... y tiene una buena espalda. No por nada es el número uno
en baloncesto. Dios, si al final va a ser un buen partido pero...
El regreso a mi casa fue lo más horrible de mi vida. No
hablamos nada y eso me ponía peor. Cuando me bajo de la moto, cojo
las bolsas con la ropa y nos despedimos.
—Buenas noches, y gracias. —musito mirando a otro
lado. Angel me sujeta del brazo cuando me iba a ir.
—Peyton, lo siento. No debí haberte besado. —de
espaldas como estoy, no puede ver mi rostro deprimido.
—Adiós. —digo y me quito su contacto ardiente.
No quiero que vea que estoy mal por sus palabras. ¿Se
arrepiente de haberme besado? ¡Pues podría al menos callárselo!
Al entrar en mi casa, lo primero que veo es un desorden
monumental. Hay vajilla rota por el suelo, la ropa de mi armario
esparcida por ahí... Algunos de mis libros del instituto están
rotos y también en el suelo. ¿Pero qué ha pasado aquí? Me adentro
en el comedor y no veo nada. Está todo a oscuras. Cuando enciendo la
luz, puedo ver claramente a mi padre sentado en el sofá, con una
copa de coñac en la mano. Me mira con unos ojos hundidos.
Instintivamente huyo de allí e iba a entrar a mi cuarto, pero él es
rápido y me agarra del cabello antes de que pudiera escapar.
—¿Dónde has estado, eh? —duele.
—¡Te lo dije antes! Con una amiga. —contesto
quejándome. Él me tira con más fuerza y grito de dolor.
—¡No me mientas! —empiezo a llorar.
—No lo hago... —deja mi cabello en paz y me empuja
hasta que me doy contra la pared. Él comienza a pegarme en la cara.
—¡¡Mientes!! Estabas con un chico. ¡Te he dicho mil
veces que no pasees a solas con un chico! ¿Qué pasaría conmigo
entonces, eh? ¡Los rumores...! —frunzo el ceño.
—¿Qué rumores, padre? ¡No hay de qué preocuparse,
yo...! —vuelve a pegarme antes de terminar la frase.
—¡Cállate zorra asesina! ¡Por tu culpa ahora tu
madre no está conmigo! —se separa de mí y se lleva la mano al
rostro. Está sudando y tensa la mandíbula —. ¡No debí haberme
casado con una puta de España! Por su culpa ahora tengo que cargar
contigo. —musita abatido. Se arrodilla en el suelo y mira a la
nada. Yo aprovecho para huir de la escena y entro a mi cuarto
cerrando el pestillo.
Tengo miedo...
*~*~*~*
A mí siempre me han tratado como si fuera un demonio.
Algo malo que hay que erradicar de este mundo. Me he criado con
palabras como "inútil", "mierda", "niña no
deseada", "asesina"... Me lo creía todo, claro. Era
una cría. Y aún hoy sigo martirizándome por ello. Quizá en verdad
soy un ser que no debió existir nunca. ¿Lo soy? ¿Esta vida es la
que tengo porque la merezco? ¿Maté a mi madre al nacer? Si, por
supuesto, ella no está aquí. Sentimientos negativos, eso es todo lo
que puedo albergar en mi mente cada vez que estoy en casa. La casa de
mi padre. Parece que soy un lastre, jamás le contentaré. Por muy
buenas notas que saque, por muy bien que haga las cosas... nunca seré
alguien digno para él porque maté a su mujer. Lloro a menudo en la
soledad de mi habitación, sin que nadie me vea pues debo ser un
ejemplo de hija. Claro, tengo que ejercer de modelo para el bienestar
social de mi padre. Me odio, lo odio, ¡odio a todo el mundo! ¿Por
qué nací sin ser deseada?
Estoy muerta en vida...
No sabía que esa frase sería tan literal cuando
pasaran unos años...
Como puedes ver elegí la opción B. Payton es como mi viva imagen, bajita, quiere estudiar Biología como yo lo hice, le gusta Angel (*¬*)... aunque me da mucha pena lo que le pasa en casa... con lo buena chica que es. Quiero pegar a su padre ¬.¬
ResponderEliminarEl beso me ha matado. Tengo el corazón en la garganta de los nervios! Está PERFECTO!
Como tú me dijiste a mí actualiza más a menudo :P No, en serio, tómate el tiempo que necesites, porque sé lo que cuesta sacar nuestros mundos hacia afuera. Todo sea porque quede genial.
Me has encandilado por completo con 4 Latidos y para qué negarlo, Angel me ha enamorado (Es un Aidan pero más bueno. Obviamente los rubios me encantan *¬*)
Y ya voy a dejar de escribir que va a terminar siendo mi comentario más largo que el propio capítulo xD
Un beso :3
¡Hola! ^-^ Jajaja, no lo había pensado, ¡pero es verdad! xD Peyton es como tú. Verás cómo evoluciona su situación a lo largo de la historia. Según elijas pasará una cosa u otra (o eso tengo planeado). ¿Te gusta entonces Angel no? Jaja, ayer cuando leí tu historia me dije que Aidan se parecía a Angel (aunque tu personaje es más malo xD) Peeero, hay otro chico que es peor que Angel (ya lo verás a su debido tiempo, jeje)
ResponderEliminarEn fin, muchas gracias por leer y comentar, ¡me haces muy feliz! =D ¡Un besazo y ya te avisaré cuando suba la continuación! <3
Angel me tiene loca *¬*
ResponderEliminarAidan es muy cruel, pero Angel es mi chico perfecto, mujeriego pero dulce con la chica especial para él..pfff.. babeo por él...
Estoy deseando seguir eligiendo caminos y saber mucho más sobre mi amiga (porque ya es como mi amiga) Payton, su relación con Angel, Liam, y esa chica nueva que me tiene intrigada.
Admito que ahora estoy ansiosa por saber de ese chico que es peor que Angel.... ¬/////¬
Estaré esperando como un perrito meneando la cola *w*
Jajaja, ahora mismo he subido la continuación del otro camino (creo que hasta yo me lío con eso jaja) Mañana toca la continuación del B). ^-^ Y estoy segura de que pronto averiguarás lo del otro chico peor que Angel xD
EliminarPor cierto, ¿las letras de las entradas se ven muy grandes? Es que yo utilizo un portatil pequeño y cuando pongo las letras tamaño normal se ven muy pequeñas. No sé :$ Pero si se ven muy grandes las pongo más pequeñas. ¿A tí como te salen?
¡Un saludo! :3
Salen muy bien. Yo tengo un probook que es más grande que un portátil normal y se ve todo muy bien. Te lo dice una "experta" en páginas web, que me he pasado un año haciendo trabajos de blogs y tal. Los colores son muy armoniosos e invitan a seguir mirando la página y eso es muy difícil, así que te felicito.
ResponderEliminarChico peor que Angel....no sé si me suena muy bien o mal *w*
Lo primero que haré mañana es meterme en tu blog!
Besos :3 :3